NUEVA YORK. "Sinceramente, vamos a tener un tarado como presidente. Ahora mismo preferiría vivir en cualquier otro lugar", explicó a Efe a la salida del recinto Maggie Pen, de 51 años.

"No queremos ni quedarnos. La gente está desolada y todo son lloros ahí dentro", añadió la publicista, nacida y criada en Nueva York.

Para Stefanie Davies, afroamericana, en cambio, el resultado "no es sorprendente".

"Siendo honestos con nuestra historia, América tiene un historial de racismo que no podemos olvidar, siempre ha estado ahí", apuntaba la joven, de 38 años, que también decidía volver a casa portando todavía su chapa de "Stronger Together" (Más fuertes juntos) y una bandera de EE.UU.

"Preocupado" y "aterrado" se mostró David Li, joven estudiante de matemáticas en Nueva York, que se dijo "preocupado por EE.UU. y el conjunto de la raza humana".

"Es alguien extremadamente peligroso por su punto de visita sobre muchas cosas, es alguien por ejemplo que niega el cambio climático", reflexionó.

"Estoy preocupado por mis perspectivas en este país como nacido en EE.UU., pero también por el futuro de toda la gente que ha llegado buscando aquí un futuro mejor", apuntó.

Aunque esta ha sido una campaña llena de sorpresas, la posible victoria del candidato republicano Donald Trump no era la opción más probable ni para los seguidores de Clinton ni para la prensa estadounidense e internacional.

Clinton contaba con las encuestas de su parte y planeó a lo grande una celebración en el principal centro de convenciones de Manhattan, el Javits Center, al que durante la tarde llegaron varios miles de personas para celebrar una posible victoria tanto dentro del recinto como en el exterior, frente a una enorme pantalla gigante.

Los asistentes llegaron con la emoción de terminar la noche brindando por la primera mujer presidente de EE.UU., pero finalmente la jornada fue histórica por motivos distintos.

A principios de semana se habían anunciado actuaciones musicales e incluso fuegos artificiales sobre el río Hudson, pero se suspendieron por motivos presupuestarios, según fuentes demócratas.