El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, insinuó ayer que su rival demócrata, Hillary Clinton, toma drogas para tener más energía y la acusó de “envenenar las mentes” de los votantes al impulsar las “mentiras” de una decena de mujeres que acusan al magnate de acoso sexual.

Irritado por el protagonismo en los medios de comunicación de varias mujeres que le acusan de haberse propasado con ellas en el pasado, Trump insistió hoy en que la campaña electoral está “amañada” para evitar que él salga victorioso en las elecciones de noviembre, y amplió sus ataques contra Clinton.

“Somos como atletas y a los atletas les hacen someterse a un control antidrogas. Yo creo que deberían hacernos un control antidrogas antes del debate (de este miércoles), porque no sé lo que le pasa”, dijo Trump en un mitin en Portsmouth (Nuevo Hampshire).

Trump argumentó que al comienzo del segundo debate presidencial, el que ambos mantuvieron el pasado domingo en San Luis (Misuri), Clinton “tenía muchísima energía”, pero al final “estaba deseando que la bajaran del escenario”.

“Apenas podía llegar a su automóvil”, añadió el magnate, en una aparente referencia a un episodio ocurrido en septiembre, cuando a la ex secretaria de Estado le flaquearon las piernas al tratar de subir a un vehículo debido a que padecía neumonía.

El candidato republicano ha alimentado varios rumores sobre la salud de Clinton en los últimos meses, pero nunca había llegado al punto de acusarla de drogarse para poder funcionar.

“Creo que están tratando de activarla, ¿entienden lo que quiero decir?”, aseguró Trump, al cuestionar el hecho de que su rival no tuviera hoy programado ningún acto de campaña y esté dedicando tanto tiempo a “prepararse” para el último debate, que se celebrará este miércoles en Las Vegas (Nevada).

Mientras, el goteo de mujeres que durante la última semana han acusado a Trump de haberse propasado con ellas continuó hoy con las revelaciones de una supuesta novena víctima, Cathy Heller.

Según relató al diario británico The Guardian, alrededor de 1997 Heller estaba en una fiesta en la mansión de Trump en Mar-a-Lago (Florida) cuando el magnate la agarró y trató de besarla en los labios. Ella se echó hacia atrás, pero él volvió a atraerla hacia sí y la besó con fuerza y largamente cerca de los labios.

El asesor de comunicaciones de Trump, Jason Miller, afirmó hoy que “es imposible que algo así pudiera haber ocurrido en un lugar público” en la mansión del magnate, “porque todo el mundo habría hablado de ello en Palm Beach durante las últimas dos décadas”.

Trump, por su parte, continuó negando las acusaciones de las mujeres, al asegurar en su cuenta de Twitter que “nunca pasó nada con ellas” y que son “tonterías totalmente inventadas para robar las elecciones”.

“Estas acusaciones 100% inventadas, fuertemente impulsadas por los medios de comunicación y la campaña de Clinton, podrían envenenar las mentes del votante estadounidense. ¡Todo está amañado!”, afirmó Trump en un tuit.

Mientras, un portavoz de Clinton comparó ayer el robo de los correos electrónicos del jefe de campaña de la ex primera dama, John Podesta, obtenidos mediante un ciberataque, con el escándalo Watergate que provocó la renuncia de Richard Nixon en 1974.

“Trump tiene que condenar estos pirateos ilegales y denunciar los esfuerzos rusos de intervenir en nuestras elecciones”, aseguró el portavoz, Glen Caplin, al criticar al magnate por seguir defendiendo a Moscú a pesar de que las agencias de EEUU acusan a los rusos de haber lanzado ciberataques para influir en los comicios.