Estambul - El atentado suicida contra una boda en la ciudad de Gaziantep, en el sureste de Turquía, atribuido ayer al yihadista Estado Islámico (EI), ha vuelto a poner de manifiesto las tensiones existentes entre las corrientes de izquierda y las redes islamistas radicales en la población kurda de Anatolia.

La masacre fue cometida por un adolescente de 12 a 14 años que “se hizo detonar o al que hicieron detonar” en una calle céntrica de la ciudad donde se celebraba la boda, según aseguró ayer ante la prensa el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Un comunicado de la Fiscalía de Gaziantep confirmó el hallazgo de un chaleco-bomba despedazado en el lugar de los hechos, informa el diario Hürriyet. El saldo de víctimas al cierre de esta edición era de 51 muertos y al menos 94 heridos, de los que 69 siguen ingresados en los hospitales de la ciudad, 17 de ellos con pronóstico grave.

El atentado sucedió a las 19.50 GMT, apenas una hora antes de la medianoche local, en una calle donde se había congregado un gran número de amigos y familiares de los novios para celebrar la tradicional “noche de la henna”, la última que la novia pasa en casa de su familia antes de trasladarse al hogar matrimonial. El estallido provocó escenas infernales de cuerpos despedazados, y una testigo contó a la prensa que sólo se salvó porque el vecino con el que conversaba cayó sobre ella al morir, protegiéndola así de la onda expansiva.

Por su violencia, el objetivo elegido y el saldo de víctimas civiles, el atentado recuerda a los cometidos por el EI en la población de Suruç en julio de 2015 contra una asamblea de la izquierda kurda y el de Ankara en octubre pasado, contra una marcha de los sindicatos a favor de la paz en las regiones kurdas. “Es cierto que últimamente se ha hablado de que Dáesh (Estado Islámico) tenía esa estructura o posición en Gaziantep. Desde luego, ahora nuestras fuerzas de seguridad continuarán con un trabajo aún mucho más intenso”, admitió el presidente turco.

Un comunicado de su oficina, emitido horas después de la masacre, recordó que en Gaziantep, ciudad de unos 1,8 millones de habitantes a apenas 50 kilómetros de la frontera siria, conviven grupos étnicos turcomanos, kurdos y árabes. “Este juego canalla que intentan en Gaziantep no va a funcionar. Hay que descifrar las intenciones verdaderas tras estas provocaciones. No vamos a comprometer la unidad, convivencia y fraternidad”, agregó el texto. Pero un comunicado del partido de la izquierda prokurda HDP, tercero del Parlamento turco, resaltó ayer mismo las profundas divisiones políticas existentes en esa ciudad, que se ha convertido “con los años en un nido del Dáesh”, aseveró. “Los vecinos de Gaziantep han estado viviendo en un ambiente en el que los miembros del Dáesh acumulaban armas y organizaban encuentros masivos”, aseguró la nota del HDP.

bodas kurdas en peligro Tras la masacre de Ankara en octubre, con un centenar de muertos, se encontraron indicios de que las redes yihadistas en Turquía se proponían atacar bodas kurdas, pero no se tomaron medidas para prevenirlo, lamentó la nota. La formación prokurda confirmó además que los novios que se casaban en la fiesta agredida eran miembros del partido.

La enemistad entre movimientos marxistas y redes islamistas radicales en las regiones kurdas de Anatolia existe desde la década de 1980 y las tensiones volvieron a emerger en octubre de 2014 con motivo del conflicto en Siria. Se registraron entonces decenas de muertos en enfrentamientos armados entre kurdos izquierdistas e islamistas, los primeros solidarios con las milicias kurdas de la ciudad siria de Kobani, y los otros ideológicamente cercanos al Estado Islámico, que la sitiaba.

No sólo los ataques contra mítines del partido HDP en junio de 2015 sino también el atentado de Suruç en julio de ese año, la primera masacre suicida realizada por el EI en Turquía, confirmaron a la izquierda kurda como blanco principal del yihadismo.

El HDP resaltó ayer que el atentado de ayer tuvo lugar en la misma noche en la que la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK), una organización paraguas que engloba a movimientos cercanos a la guerrilla kurda, el PKK, anunciaba su disposición a negociar con el Gobierno turco, al igual que había sucedido en Ankara en octubre. “El ataque se planificó para impedir que se expanda la paz y que puedan tener éxito posibles negociaciones”, concluyó el HDP.

Coincide que Turquía es un polvorín estos meses, tras el fallido golpe de Estado el 15 de julio. El Gobierno turco ha abierto esta semana la vía para dar la libertad condicional a 38.000 presos, que dejarían espacio en las saturadas cárceles del país a los más de 20.000 detenidos tras el fallido golpe. Aunque inicialmente se había arrestado a 35.000 personas, unas 11.000 han vuelto a ser liberadas, y actualmente hay algo más de 17.000 en prisión preventiva mientras que otras 5.600 aún esperan la decisión de un juez. Turquía se encuentra implicada en la guerra de Siria, mientras también es receptora de miles de refugiados.