Londres - Tras varios días de recuento de votos de las elecciones generales celebradas el viernes, la coalición que gobernó en Irlanda los últimos cinco años formada por el Fine Gael y el Partido Laborista no ha obtenido el respaldo de la ciudadanía y los resultados hasta el momento muestran que será difícil que otras formaciones lleguen a formar gobierno.
A las urnas acudieron un 65,2% de los tres millones de irlandeses llamados a las urnas y, a falta de que se adjudiquen la última decena de los 158 escaños, Fine Gael obtiene 44 y Fianna Fáil se afianza en la segunda plaza con 40. Finalmente, el anuncio oficial de los resultados tendrá que esperar a un nuevo recuento tras una impugnación del Sinn Féin en Wexford, que no comenzará hasta hoy por la mañana.
El primer ministro en funciones, el Taoiseach Enda Kenny, reconoció la imposibilidad de repetir la coalición actual e hizo un llamamiento a que se produzca una administración estable de Irlanda, que calificó de “imprescindible”. Además, Kenny dijo que tenía el deber de trabajar con la decisión que la gente había hecho, si bien no explicó si seguirá como líder del Fine Gael.
Para Kenny, el resultado de las elecciones es “decepcionante” y reconoció que si bien la democracia es siempre emocionante, es también implacable cuando no se obtiene el resultado esperado. Eso no quitó para que insistiera en que su deber es tratar de formar y dirigir a otro gobierno. Muchos le acusan a él y a la viceprimera ministra, la líder laborista Joan Burton, de haber hecho una mala campaña electoral, en la que no supieron convencer al electorado de haber completado el rescate solicitado a la Unión Europa y el Fondo Monetario Internacional, ni sacar pecho de que Irlanda sea el país con mejor crecimiento económico los últimos dos años.
Auge de los minoritarios De los resultados también se desprende que hasta un 30% del electorado ha pasado de los partidos históricos a los minoritarios y los candidatos independientes. Ese es el caso del partido izquierdista Sinn Féin, que obtendría 20 escaños, situándose como la tercera formación más votada y la más crítica con las políticas de austeridad económicas.
Su líder, Gerry Adams, insistió en que había alcanzado sus propias expectativas para estas elecciones, rechazando las afirmaciones de que con su controvertida figura como líder, el Sinn Féin no consigue todos los apoyos que podría. Para el veterano republicano, el resultado electoral demuestra que “estamos ante un cambio radical en la política irlandesa” y apuntó a que el mensaje es que “la gente quiere un cambio”, explicando cómo los grandes partidos conservadores no consiguieron alcanzar entre ellos más del 50% de los votos.
Entre los candidatos electos hasta el momento se encuentra el Ministro de Agricultura, Simon Coveney, y el vicepresidente del Partido Laborista, Alan Kelly. Sin embargo, el ministro de Justicia del Fine Gael, Alan Shatter, y el ministro de Comunicación laborista, Alex White, no lograron mantener sus escaños.
En un complejo sistema electoral que exige un exhaustivo y detallado recuento, falta que se adjudiquen los últimos escaños, pero muchos ya pronostican que solo sería posible un gobierno con un pacto del democristiano Fine Gael (FG) y el centrista Fianna Fáil (FF). Sin embargo, no hay que olvidar que ambos se odian por heridas que se remontan a la guerra civil irlandesa y que durante la campaña electoral repitieron por activa y por pasiva que no gobernarían juntos.
Una fuente del Fianna Fáil rechazó de nuevo esa opción, diciendo que sería “una locura”, mientras que la vicepresidente del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, describió la perspectiva de la citada coalición como “material para las pesadillas”. De no prosperar los futuros y complicados pactos de Gobierno, Irlanda estaría abocada a otras elecciones en seis meses.
Por el momento, lo único cierto es que todas las fuerzas e individuos que integrarán el Parlamento irlandés, conocido como Dáil, dispondrán hasta el 10 de marzo para hallar una fórmula de Gobierno para Irlanda, en un escenario muy similar al que tienen España y Portugal.