buenos aires - Mauricio Macri tiene muchos motivos para celebrar. No solo ha llegado a la Presidencia argentina, sino que es el primer mandatario del país elegido en segunda vuelta y su nombramiento marca un cambio drástico y termina con los doce años de la llamada era K. Pocos apostaban apenas hace unos años a que Macri, el ingeniero, como se le conoce en círculos políticos y empresariales, un hombre sin tradición militante y que aterrizó en la política en su madurez, llegaría a la Presidencia en su primer intento. Ha roto, además, la tradición de abogados en el sillón de Rivadavia y es el primer empresario que logra el bastón presidencial desde el retorno de la democracia, en 1983. Pero no es la única tradición que ha roto este niño mimado por la oposición, que cambió los negocios por el fútbol antes de saltar a la política.
Para llegar a la Presidencia, Macri se ha creado un perfil de ciudadano medio, con un aspecto desenfadado y una campaña audaz e innovadora, basada en el contacto personal y volcada en las redes sociales, más eficaz que las multitudinarias concentraciones del peronismo. Evita las etiquetas ideológicas y apuesta por el “desarrollismo del siglo XXI”, con la bandera del “cambio” y el sueño, dice, de una Argentina unida. Este ingeniero de 56 años (Tandil, provincia de Buenos Aires, 1959), comenzó su carrera en las empresas del imperio fundado por su padre, el italiano Franco Macri.
A los 32 años fue secuestrado durante dos semanas por un grupo de expolicías, una experiencia que marcó su vida pero que, vista en la distancia, le ayudó en su carrera política. “Si yo no hubiese sido secuestrado, tal vez mi vida pública no hubiese existido”, ha reconocido públicamente en alguna ocasión. De los negocios familiares saltó al deporte como presidente del Boca Juniors. Una exitosa gestión, con el récord de 17 títulos internacionales para el club, le abrió las puertas de la fama y la política. Rostro habitual de las revistas del corazón a finales de los 90, creó 2003 Compromiso para el Cambio, un semillero de jóvenes profesionales. Consolidado el grupo, nació Propuesta Republicana (Pro), el partido que le permitió convertirse en diputado y ganar la Alcaldía de Buenos Aires en 2007. A medida que crecía políticamente, los argentinos han sido testigos de su evolución. Se afeitó el bigote, cambió los trajes y la corbata por cazadoras, camisas claras y jeans, y no tuvo empacho en cantar y bailar en público para celebrar sus triunfos. El proceso de transformación incluyó el relato de anécdotas como que ha consumido viagra o que se disfrazó de Freddie Mercury y estuvo a punto de ahogarse con un bigote postizo en la fiesta de boda con su tercera esposa, Juliana Awada, conocida empresaria del mundo de la moda 15 años más joven que él y que ha contribuido a forjar esa imagen. - Efe