parís - La masacre perpetrada el pasado viernes en París provocó ayer un profundo rechazo en todo el mundo y un clamor para acabar de una vez por todas con la barbarie terrorista.

Divididos en tres equipos y pertrechados con un material bélico similar, los siete terroristas suicidas que masacraron a 129 personas en una noche de pesadilla en París actuaron “muy coordinados” y a las órdenes del Estado Islámico (EI).

Entre los fallecidos, un español, el madrileño Juan Alberto González Garrido, de 29 años y residente en la capital francesa. El joven se encontraba en la sala Bataclan con su mujer cuando se produjo la toma de rehenes. Aunque en un primer momento se dijo que estaba herido leve, durante horas fue imposible dar con su paradero. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, informó de que no figuraba en la lista de los fallecidos, aunque finalmente se confirmó que era uno de los muertos en Bataclan.

Las primeras conclusiones presentadas por el fiscal de París, François Molins, parecieron validar las acusaciones del presidente francés, François Hollande, quien no había dudado por la mañana en calificar lo sucedido como un “acto de guerra” de EI contra su país.

La cronología ofrecida por Molins en una esperada declaración ante los medios asombra por la simultaneidad de las acciones. Los seis diferentes ataques se llevaron a cabo en el espacio de apenas unos minutos, los que transcurrieron entre las 21.20 y las 21.53 horas, cuando los terroristas dispararon contra bares de una concurrida zona de la capital e hicieron detonar sus cinturones de explosivos. Solo se prolongó la toma de rehenes en la cercana sala Bataclan, hasta más allá de la medianoche, cuando la policía lanzó su asalto final.

BALANCE El rastro de estos ataques dejó, según el último balance provisional, al menos 129 muertos y 352 heridos, de los cuales 99 seguían al cierre de esta edición muy graves.

La primera explosión causó la muerte de un terrorista suicida y de otra persona por la metralla, junto al Stade de France, en la periferia parisina, donde las selecciones de fútbol de Francia y Alemania disputaban un partido amistoso. Cinco minutos después, dos individuos abrieron fuego de manera indiscriminada contra las terrazas de los bares Le Carrillon y Petit Cambodge en la calle Alibert, cerca del canal de Saint Martin, a varios kilómetros del estadio de fútbol.

Los terroristas llegaron a bordo de un Seat León negro y mataron a 15 personas, mientras que otras diez resultaron gravemente heridas.

A las 21.30 horas, una nueva explosión en la puerta H del estadio mató a un segundo suicida. Iba equipado, como el resto de todos los implicados en la masacre, con un cinturón confeccionado con explosivos rudimentarios y altamente volátiles.

Solo dos minutos después, un nuevo tiroteo perpetrado por dos individuos equipados con armas automáticas a bordo de un Seat negro junto al bar A la bonne bière provocó la muerte de cinco personas y la evacuación de ocho heridos de extrema gravedad.

Un nuevo tiroteo, contra un local en la calle Charonne (19 muertos, 9 heridos graves), y dos explosiones suicidas más, en el céntrico bulevar Voltaire y junto al Stade de France, fueron el preludio del masivo secuestro de cientos de personas en la sala Bataclan. Los tres terroristas que tomaron el local hicieron continuas alusiones a Siria e Irak y dispararon ráfagas de kalashnikov contra el público que se hallaba en el foso de la sala. Causaron 89 muertes. La intervención de las fuerzas especiales de la policía francesa acabó con el asalto y con la vida de los terroristas -dos de los cuales detonaron sus cinturones explosivos- sobre las 00.20 horas.

Uno de los autores de la matanza de la Bataclan fue identificado por la fiscalía como un delincuente común francés de 29 años. El terrorista pudo ser identificado gracias a las huellas dactilares extraídas de uno de sus dedos seccionados, dijo Molins, que agregó que la policía le había abierto una ficha S de seguimiento por radicalización en 2010.

El hombre, originario de Courcouronnes, a unos 35 kilómetros al sur de París, había sido condenado hasta en ocho ocasiones por delitos de derecho común, pero pese a ello nunca había llegado a pasar por prisión.

Junto al Stade de France, las fuerzas de seguridad hallaron también un pasaporte sirio, de un joven nacido en 1990 que, según Molins, no estaba fichado por los servicios de inteligencia franceses.

Uno de los vehículos utilizados por los terroristas, un Volkswagen Polo negro matriculado en Bélgica, fue alquilado por un francés residente en ese país, que posteriormente, tras ser detectado en la frontera belga fue detenido junto a otras dos personas en la región de Bruselas.

“concierto amoral” EI reivindicó a través de un vídeo, un comunicado y un montaje sonoro los actos terroristas. En el comunicado, lanzó una amenaza: “Que sepa Francia y los que van en su camino que van a estar a la cabeza de los objetivos del (grupo) Estado Islámico y que el olor a muerte no va a abandonar sus narices mientras que lideren la campaña cruzada” contra los yihadistas en Siria e Irak.

EI justificó su amenaza porque, según los yihadistas, los franceses “se atrevieron a insultar al profeta (Mahoma) y se jactaron de luchar contra el Islam en Francia y de atacar a los musulmanes en la tierra del califato con sus aviones, que no les sirvieron para nada en las calles de París”.

Entre los objetivos atacados, el grupo terrorista destacó el Estadio de Francia, durante un partido entre “los cruzados” Francia y Alemania y al que asistía el presidente francés, François Hollande. También resaltó la sala de fiestas Bataclan, “donde se concentraron cientos de apóstatas en un concierto amoral y de desenfreno”.