Stitglitz comparte la idea de la necesidad de reestructurar la deuda griega -una de las exigencias del Ejecutivo de Alexis Tsipras- y de ofrecer estímulos para su economía. Recuerda en la mencionada entrevista que la economía helena se ha contraído en torno a un 25% desde 2010. Y advierte de que una quiebra de la economía griega, no sólo empeoraría la recesión griega -ya más profunda y prolongada que la Gran Depresión estadounidense, recuerda Time-, sino que rompería la credibilidad de la Unión Europea y del euro y pondría en riesgo de contagio a la economía mundial. Ante el referéndum del domingo y la eventual salida de Grecia del euro, Stiglitz plantea dos escenarios. Si la economía helena mejora, el economista advierte de que daría alas a los discursos y políticas antieuropeas incluso alimentando nuevos abandonos de la moneda común. Por contra, si Grecia colapsa fuera del euro, “Europa tendría un Estado fallido”, situación en la que, advierte Stiglitz, la geopolítica se complicaría porque, apunta, si Rusia y China ofrecieran ayuda financiera a Grecia podrían tener capacidad de minar su relación con la UE y su política exterior, creando lo que denomina un “enemigo interno”.

Para este economista, la solución más razonable sería abordar una quita a la deuda griega o al menos un acuerdo que diera un plazo de diez o quince años sin pagos, en el que Grecia recibiera ayuda adicional para reactivar su economía y volver al crecimiento; todo lo cual, concluye Stiglitz, requeriría un primer paso: que la troika admitiera que “la austeridad no ha funcionado”.

los fallos del euro En la misma línea, Paul Krugman reitera en un artículo en The New York Times su tesis sobre los fallos cruciales en la convergencia económica europea, en la medida en que no ha alcanzado una unión fiscal y bancaria. Y Krugman lo tiene claro: “Grecia debe votar no y el Gobierno griego debe estar listo si es necesario para abandonar el euro”. El economista advierte a sus lectores de que casi todo lo que han oído sobre “el derroche y la irresponsabilidad” de Grecia “es falso”. Admite Krugman que el Gobierno griego gastó por encima de sus posibilidades hasta bien entrada la primera década de los 2000, pero recuerda que desde entonces se ha reducido el gasto público y se han incrementado impuestos repetidamente, que el empleo público se ha reducido más de un 25% y que las pensiones se han recortado drásticamente. “Si sumas todas las medidas de austeridad, serían suficiente para eliminar el déficit original y convertirlo en superávit”, sostiene.

Pero, según su análisis, la economía griega ha colapsado como consecuencia de las políticas de austeridad. Un colapso que, a su juicio, “tiene mucho que ver con el euro, que ha atrapado a Grecia en un corsé económico”. De manera que ahora se ha presentado a Grecia una propuesta de lo tomas o lo dejas, “que no se diferencia de las políticas de los últimos cinco años”. Lanza así Krugman la tesis de que la oferta, en realidad, pretendía que Tsipras “no pudiera aceptarla, porque sería tanto como destruir su razón política de ser” y, más allá, forzarle a renunciar, “lo que probablemente sucederá si los votantes griegos temen los suficiente la confrontación con la troika y votan sí”.

Y Krugman defiende que el voto el próximo domingo debería ser no porque la austeridad es un “punto muerto”, porque lo más grande y temido del caos provocado por el denominado Grexit “ya ha ocurrido” -“con los bancos cerrados y controles al capital, no se puede hacer ya mucho más daño”- y, finalmente, porque “acceder al ultimátum de la troika sería renunciar a cualquier pretensión de independencia para Grecia”.