Bruselas - La máxima presión política a la que lleva sometida Grecia desde hace casi cinco meses sigue sin achicar al gobierno heleno. Veinticuatro horas después del último intento negociador fallido, su primer ministro, Alexis Tsipras, volvió ayer a elevar el tono y a acusar a los acreedores institucionales de torpedear el acuerdo. “Uno solo puede sospechar motivos políticos detrás de la insistencia de las instituciones de nuevos recortes de pensiones tras cinco años de pillaje a base de memorandums”, atacó en un breve comunicado en el que insistió en que su gobierno ya ha presentado innumerables contra propuestas y que siguen esperando “pacientemente” a que las instituciones respondan con “realismo”.
La respuesta de la Comisión Europea, hasta ayer la institución más discreta, no se hizo esperar. “Es una burda tergiversación de los hechos decir que las instituciones (los acreedores) están pidiendo o han pedido recortes en las pensiones individuales”, acusó la portavoz Annika Breidhardt, recordando que el sistema de pensiones es uno de los capítulos más costosos del gasto y que el sistema griego es uno de los más caros de Europa. Según Bruselas, su propuesta se basa en reformar el sistema para desincentivar las prejubilaciones y elevar la edad de jubilación con el objetivo de ahorrar el 1% del PIB anual, lo que equivale a unos 1.800 millones de euros. Frente a este montante, Atenas solo ofrecería en su última propuesta un ahorro de 71 millones, o lo que es lo mismo, del 0,04% del PIB. La misma crítica, en materia laboral. “No es verdad que las instituciones pidan un nuevo recorte de salarios”, añadió la portavoz sobre otro de los elementos en discordia -exigen modernizar el sistema de negociación colectiva y vincular salarios a la productividad- junto con el IVA y el superávit fiscal primario sobre el que piden un 1% en 2015, 2% en 2016, 3% en 2017 y 3,5% en 2018, y que ya incorporan las medidas humanitarias adoptadas en febrero pasado y el despliegue desde el próximo año de un sistema de renta mínima para proteger a los más vulnerables.
el enfado de bruselas Al Ejecutivo comunitario nunca le han gustado las tácticas negociadoras de Syriza. En los últimos cuatro meses ha habido sonados desencuentros por las trabas a sus eurofuncionarios en Atenas, a quienes se les ha negado la entrada en los ministerios, y por los documentos filtrados que han ido agrandando la brecha de la desconfianza. Aún así, nunca hasta ayer habían atacado tan directamente a Grecia. El gesto es el colofón a un último intento negociador que terminó el domingo en fracaso y con Bruselas enfadada como nunca. Según fuentes comunitarias, Grecia se comprometió a enviar una nueva propuesta el jueves por la noche, tras el encuentro entre Tsipras y Juncker, pero nunca llegó. Los negociadores griegos anunciaron el viernes a la Comisión que no querían enviar el texto por correo electrónico ni hablar sobre las propuestas por teléfono por miedo a las filtraciones y quedaron en reunirse en secreto el sábado en Bruselas. Un encuentro que horas después de quedar fijado ya estaba siendo aireado por la prensa helena.
Los negociadores helenos se presentaron al día siguiente una hora tarde y sin papel. En una habitación cercana esperaban técnicos del Mecanismo de Rescate Europeo, del Banco Central Europeo y del FMI en un intento por desencallar la negociación si los griegos presentaban propuestas “serias”. A las cinco de la tarde presentaban finalmente un papel pero con las mismas tablas que habían presentado unos días antes al comisario Moscovici, con ideas como la recaudación de 700 millones de euros a través de la lucha contra la corrupción pero sin detalles, y que el político galo ya había calificado de insuficientes. Horas después hacían un pequeño retoque pero el intento hacía aguas poco antes de medianoche.
“enterrar la democracia” Hubo un segundo intento el domingo. Los griegos volvieron a llegar una hora tarde y con una tabla similar a la del día anterior. “Se les preguntó. ¿Son estos números diferentes? La respuesta fue no”. Acto seguido Bruselas se daba por vencida y, lo mismo que hacía el jueves el FMI, se levantaba de la mesa. Si Grecia o sus acreedores van de farol probablemente no se sabrá hasta el último minuto pero la cuerda se sigue tensando y de las palabras de Tsipras se deduce que están dispuestos a aguantar el órdago. “Esto no es una cuestión de terquedad ideológica. Esto es sobre la democracia. No tenemos el derecho de enterrar la democracia europea en el lugar en el que nació”, reprochó Tsipras.
La nueva guerra de acusaciones hace cobrar enteros la posibilidad de una ruptura de las negociaciones y un impago de Grecia el próximo 30 de junio cuando expira la prórroga del rescate y deberá abonar también al Fondo Monetario Internacional casi 1.600 millones. De momento nadie piensa ya en este jueves 18 de junio, cuando se reúnen los ministros de economía y finanzas de la Eurozona, como fecha límite para cerrar un pacto. La pelota dijo ayer el presidente del BCE, Mario Draghi, vuelve a estar en el tejado de Atenas. La situación, admitió, “es dramática” y aunque “es en interés de toda la zona euro encontrar una solución” lo es especialmente en Atenas. El banquero italiano recordó que Grecia ha recibido desde 2010 más de medio billón de euros de financiación procedente de sus socios y acreedores y que la liquidez del BCE a los bancos griegos suma actualmente 118.000 millones o el 66% del PIB. “La gravedad de la situación de Grecia no es responsabilidad exclusiva de los demás”, reprochó.