atenas - Maria Gianniou cree que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, tiene que hacer su elección en política exterior pero sin chantajear a los europeos.
¿Cómo ve los primeros tres meses del Gobierno de Syriza?
-Todos esperábamos algún tipo de cambio en oposición a las políticas del Gobierno anterior. Sin embargo, creo que la forma en la que el Ejecutivo está lidiando con la negociación de la deuda es peculiar. Claramente yo no puedo entender el objetivo final del Gobierno griego y lo que tienen en mente, así como la razón por la que toman un camino y no otro. En general, creo que a Syriza le está faltando un plan estratégico.
¿Y a nivel nacional?
-Hay señales alarmantes de algunos miembros del Gobierno. Todo el mundo pensaba que un gobierno de la izquierda, que no había estado en el poder antes, no podía ser corrupto. Pero este no ha sido el caso. Hemos visto al ministro de Justicia actuando como abogado en casos que implicaban a personas contra el Estado, lo cual es antiideológico.
¿Se percibe a Syriza como menos radical?
-Syriza no se caracteriza por ser un partido unificado y Tsipras ya no es tan radical como antes, pero hay miembros de su partido en el Parlamento que continúan siéndolo. Y son ellos los que ponen demandas que muchas personas no consiguen entender. Por ejemplo, Grecia tiene un largo pasado de terrorismo dentro del país y algunos de esos miembros del parlamento pidieron al Gobierno la libertad para terroristas. Lo que nos hace volver a pensar que es muy peculiar y por qué este asunto tiene que ser una prioridad ahora mismo. Si necesitas apoyo de tu gente, no deberían de tratar con peticiones que saben que no van a contentar a todos e, incluso, ofender a algunos.
Eso se notará en la popularidad de Alexis Tsipras, que ha bajado un 20%, ¿no?
-Es que las expectativas de la gente eran muy altas. Tsipras prometió durante meses cambios, como Barack Obama hizo en Estados Unidos hace unos años. También hablaba de acabar con todo lo que el Gobierno anterior había hecho y quería construir cosas mejores para el pueblo, pero tal vez sin ser opciones políticas muy pragmáticas. Y ahora la gente empieza a tener miedo de sus ahorros, de si tendrán trabajo en el futuro, de si volveremos al dracma, de si tendremos los mismos problemas que Chipre hace unos años, del crecimiento del desempleo y de la situación de las pensiones. Los problemas no han cambiado, siguen siendo los mismos, pero hemos pasado de los dos primeros meses de optimismo y de esperar a qué iba a pasar a perder el optimismo poco a poco cuando vimos cómo el Gobierno lidia con el tema de la deuda.
¿Cómo ve la negociación antes de que finalice abril del paquete de medidas con el Eurogrupo para conseguir los 7.200 millones?
-La percibo como que el Gobierno no ha tenido una estrategia clara para seguir el camino paso a paso y conseguir un objetivo final preciso. Siento como que iban ofreciendo algo a la espera de ver qué respuesta recibían, y en función de eso, hacer cambios. Cualquier cambio que soliciten desde Atenas parece no ser aceptado por los acreedores, pero sinceramente creo que el Memorándum es lo peor que le podría pasar a Grecia.
¿Por qué serían aún más impuestos cuando ya están ahogados?
-En la actualidad, creo que ya tenemos el sistema más injusto de impuestos. Tenemos un gobierno de izquierdas sin ningún poder de negociación en una Unión Europea con la mayoría de países gobernados por conservadores. Esto hace que sea incompatible que lleguen a un acuerdo. Es lógico que no quieran que ningún país que esté gobernado por un partido radical de izquierdas, no tiene que ser solo Grecia, consiga hacerlo bien en una situación así.
¿Y cómo lo ve cuando lo trata con otros colegas?
-El otro día decíamos que parece que estamos en el período de Joseph McCarthy en Estados Unidos entre 1940 y principios de los 50, con el miedo al comunismo. Si hacemos una lectura más allá de las noticias diarias, parece que hay miedo a que un gobierno de un partido de izquierdas gane un solo punto en esta negociación, parece que sería como abrir una puerta a otros gobiernos de izquierdas y eso es algo que no se pueden permitir los partidos conservadores europeos. Y ahí también entra en juego evitar que Rusia tenga más poder.
¿Y cómo cree que fueron las dos reuniones de Tsipras con Angela Merkel?
-Creo que las reuniones se celebraron porque Merkel quiso y que Tsipras tuvo un enfoque muy pragmático. Parece que fue más un show para los medios de comunicación y de cara a la galería que para celebrar reuniones de calado. Y con Rusia es más de lo mismo, una especie de carta en las negociaciones para decir a Europa que tenemos alternativas.
¿Entra también ahí China como alternativa?
-Quizás. China tiene un interés fuerte en el Mediterráneo. Aunque el actual primer ministro griego estuvo en contra del proceso de privatización del puerto del Pireo lanzado por el gobierno anterior, ahora tiene una actitud más pragmática sobre el asunto y el interés de China de invertir en este puerto. Tsipras tiene que hacer su elección en política exterior, pero esto tiene que ser sin chantajes a los europeos. Somos parte de la Unión Europea desde los años 80 y tenemos que seguir siéndolo. Tsipras tendría que presentar esta simple idea en todas las negociaciones que haga con Rusia, China o Estados Unidos.