Kiev -Las combates en la zona de Debaltsevo, en el este de Ucrania, no cesan a pesar del alto el fuego entre Kiev y los prorrusos que entró en vigor el domingo y ponen en peligro todo el proceso de paz relanzado la semana pasada en la cumbre de Minsk. El mando militar ucraniano informó ayer de que cinco soldados murieron en 24 horas en combates con las milicias prorrusas. Según el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andrei Lisenko, los sublevados atacaron hasta en 88 ocasiones las posiciones gubernamentales en Debaltsevo, estratégica ciudad donde miles de soldados ucranianos se encuentran prácticamente rodeados por los separatistas.

Aunque la intensidad de los choques en el frente ha decaído, como han reconocido tanto las partes en conflicto como los observadores internacionales, Debaltsevo es la excepción que puede echar por tierra los esfuerzos internacionales para poner fin a la guerra. Kiev acusó ayer a los rebeldes de intentar tomar la ciudad “a cualquier precio”, mientras que los prorrusos señalaron que las tropas gubernamentales no cejan en el empeño de romper el cerco en el que han caído tras la ofensiva lanzada por las milicias a mediados de enero.

Nada más firmarse el pasado día 13 los acuerdos de Minsk, el presidente ruso, Vladimir Putin, ya advirtió que la principal amenaza al alto el fuego era precisamente la situación en Debaltsevo, situada en la región de Donetsk. Los separatistas, que aseguran tener rodeados en esa zona a unos 8.000 soldados ucranianos, aceptan abrir un corredor humanitario para permitir la salida de sus enemigos pero ponen como condición que depongan las armas, lo que incluye el armamento pesado con el que los ucranianos atacaron las posiciones rebeldes.

Tanto Kiev como los prorrusos quieren que la estratégica ciudad forme parte de su territorio y no parecen dispuestos a ceder. La toma de Debaltsevo permitiría a los rebeldes controlar la frontera administrativa de la región de Donetsk, limítrofe con la también rebelde de Lugansk. Aunque muchas minas han sido inutilizadas por los bombardeos, el carbón es el principal activo de la autoproclamada república popular de Donetsk y el centro de comunicaciones de Debaltsevo sería crucial para su transporte.

Una vez reanudados en enero los combates, los rebeldes marcaron Debaltsevo y, en menor medida, el puerto de Mariupol como objetivos cruciales para garantizar la viabilidad de sus repúblicas como entes autónomos o independientes. Es por eso que el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, considera Debaltsevo una línea roja que no se puede cruzar y ha ordenado a sus generales que en ningún caso cedan las posiciones.

Armamento pesado Y mientras siguen los combates, los dos bandos están a punto de incumplir la hoja de ruta establecida en los acuerdos de Minsk el 13 de febrero al negarse a iniciar la retirada del armamento pesado del frente, cuyo repliegue debe comenzar no más tarde de 48 horas después del alto el fuego. El armamento pesado “será retirado en caso de cumplimiento de los Acuerdos de Minsk. Por el momento, no se cumplen tales condiciones”, manifestó ayer Eduard Basurin, subjefe del mando militar de la autoproclamada república separatista de Donetsk. “La condición para la retirada del armamento pesado de la línea del frente es el cumplimiento del primer punto de los acuerdos de Minsk, el alto el fuego. Y 112 ataques no es un alto el fuego”, apuntó a su vez Lisenko.

Según los acuerdos de Minsk, las piezas de artillería de más de 100 milímetros de calibre deben ser retirados de una zona de 50 km, mientras que las lanzaderas de misiles Tornado, Uragán y Smerch y los sistemas de misiles tácticos Tochka tienen que ser replegados de una franja de 140 km de profundidad. El documento, elaborado en forma de una hoja de ruta, también incluye el intercambio de prisioneros, el restablecimiento del control de Kiev sobre la frontera ucraniano-rusa, el desarme y la salida del país de todos los grupos armados y mercenarios extranjeros.