Bilbao - Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, se muestra radiante al hablar de su nieto Guido y de su incipiente relación. “Tengo la alegría de poder hablar por teléfono con él, de que me venga a visitar, de visitarlo, de que nos vayamos conociendo”, cuenta ilusionada. El nieto recuperado no ha podido cambiarse todavía el nombre porque los tiempos de la justicia son lentos, dice su abuela, pero algún día, en sus documentos, constará su identidad real: Ignacio Guido Montoya Carlotto -conservará como primer nombre el que ha llevado durante los últimos 36 años-. De Carlotto viajó el pasado día 5 a El Vaticano para un encuentro con el Papa argentino y hace un par de semanas pasó por Bilbao, donde ofreció una conferencia en el marco de la IX edición del festival contra la Censura, Zentsura AT!, en la Sala BBK. Guido se había quedado en Roma. “Vendrá al País Vasco en el futuro”, promete.

Ha dicho que se equivocó con el Papa. ¿Qué impresión le ha causado?

-Cuando empezamos a pensar que él nunca había hablado de los desaparecidos en Argentina, ni de los niños, pensamos que no iba a tener en cuenta nuestro tema. También había versiones de que había unos curas de su misma congregación a los que no había ayudado. Muy distinto pensamos ahora y es bueno reconocerlo. Es sano y necesario reconocer que estuvimos en un error, porque voces creíbles contaron que él ayudó a muchísima gente, les salvó la vida, hizo cosas en silencio que nosotros no sabíamos y estos curas que se decía que había entregado, el que está vivo lo desmintió completamente. A esto se agrega la actitud que él tiene como Papa, que es una actitud totalmente proclive a mejorar la iglesia. Ya nuestra opinión es completamente distinta, estamos orgullosos completamente de él. El Papa quiso que fuera con todos mis nietos. Fuimos 18. Fue un encuentro muy bonito, salieron todos muy conmovidos.

¿Cómo le ha cambiado la vida desde que encontró a Guido?

-Me cambió en el sentido de que ahora tengo la familia completa. Yo siempre decía que tenía una silla vacía, la del nieto número 14. Él es el segundo en nacer y el 14 en llegar. Esa silla a mí me dolía, pensando en mi hija Laura, en su muerte injusta, y desde algún lugar el clamor que ella tendría por que encontrara a su hijito. Yo tuve el “privilegio” de que me entregaron el cuerpo de Laura el día que la asesinaron. Todo eso fue terrible y ese privilegio que digo, porque las demás abuelas no saben dónde están los cuerpos de sus hijos, me permitió enterrarla, hacer un duelo. Pero lejos de deprimirme, el dolor que yo llevo dentro y que lo llevaré mientras viva, se transformó en lucha. Le prometí luchar para que ella y sus 30.000 compañeros tuvieran justicia y encontrarle a su hijito. Yo no buscaba especialmente el mío, sino a todos, y se dio que él también me buscó cuando tuvo dudas y me cambió la vida completamente. Yo voy a seguir trabajando siempre para buscar a los que faltan, pero tengo la alegría de poder hablar por teléfono, de que me venga a visitar, de visitarlo, de compartir estos momentos, que nos vayamos conociendo, porque con 36 años es un hombre, y que él nos vaya conociendo. La nuestra es una familia muy unida, muy revoltosa, así que viene y se divierte mucho.

Estará receptivo, teniendo en cuenta que él también la buscó.

-Exactamente, él no se niega nunca. Al ser músico, tiene un tiempo relativo. Ahora la embajada (en Roma) le da el piano para que ensaye. Cuando ve un piano se le ilumina la cara.

¿Ha dado la aparición de su nieto un impulso al trabajo de Abuelas?

-El caso de mi nieto ha dado como una especie de alegría nacional e internacional, me han llegado cartas de todo el mundo. El título era Estela encontró a su nieto. Yo soy una abuela más, solo que soy más visible. Esta alegría me llena de orgullo, me hace bien, porque pienso que si este encuentro sirve para que esto no se olvide y para que el mundo apoye el encuentro de los que faltan es buenísimo.

¿Cuántos faltan?

-Faltan más de 300 nietos, casi llegando a 400. Todos querían que yo encontrara a mi nieto, bueno, no era el destino. Tienen nombres distintos, no sabemos dónde viven, con qué edad los anotaron, y si están en el país o están en el exterior. Por eso hacemos campañas en Europa, para ver si hay nietos que están acá y que también encuentren su verdad. Así que esa es la vida hoy para mí, tratar de hacer todo lo que pueda en Abuelas, todo lo que pueda con mi nieto y seguir encontrando otros.

¿En qué punto se encuentra el caso de su nieto? ¿Se ha identificado a los responsables? ¿Habrá juicio?

-Esto está en marcha desde la denuncia mía desde hace años radicada en la justicia. Ahora, al encontrarlo, empezó una investigación de cómo se lo quitaron a mi hija de ese campo de concentración, quién y cómo llegó a manos de esas personas que lo criaron, que son obreros de campo y que ahora van a tener que rendir a la justicia, pero que no hicieron el hecho del robo. Ellos no pudieron tener un hijo propio y alguien, que era su patrón, les trajo el bebé y entonces lo anotaron como hijo propio. Ese es el delito. Este proceso llegará hasta que la justicia dicte las penas.

En este caso, ustedes han tenido diferencias con la jueza Servini desde el principio. ¿Por qué?

-Yo con la jueza Servini he tenido amistad durante muchos años porque ella restituyó a otros nietos, lo que pasa es que en este caso cometió errores. Primero, mi hija se enojó porque dice ¿Cómo te llama a vos sola? Si vos te descomponés, te desmayás por la alegría, estás sola. Y luego ella quería que el nieto fuera al tribunal de justicia y es horrible para una persona víctima ir ahí, y además no le corresponde a ella sino a otro ámbito. Y también cometió un error periodístico, porque con un periodista dijo dónde vivía, cuál era su nombre falso. Entonces ahí el periodismo lo invadió a él, a estas personas que lo criaron. Toda esta cosa podía haber traído un distanciamiento del joven, haber dicho Esto no es lo que yo quería y dejar de vernos, estar enojado. Evidentemente eso no pasó, pero podía haber pasado. No estamos enojados, simplemente que reconozca la jueza que se equivocó. Yo le voy a agradecer siempre que ella está trabajando para restituir nietos, pero tiene que hacerlo en el ámbito de sus derechos, no entrar a hacer cosas que corresponden a otros.

La jueza Servini está llevando la causa contra el franquismo...

-Claro. Nosotros iniciamos ese juicio, las Abuelas somos querellantes también. No hay voluntad del Gobierno ni de la justicia actual de nada, simplemente hay negativas y ella va a seguir investigando porque es una mujer que trabaja bien, y nosotros también como un gesto de retribución y agradecimiento a España que nos ayudó mucho cuando nosotros no teníamos ayuda ni justicia en Argentina. Entonces se inició un juicio en la Audiencia Nacional de Madrid con el juez Baltasar Garzón y ahí prosperó.

¿Qué opina de lo que le ocurrió al juez Garzón?

-Lamentablemente estos son errores de un gobierno totalmente opuesto a la verdad, hay que pensar por qué. Si no hiciste nada malo, la verdad sirve para todos. Hay algo que se quiere ocultar, que es lo que hizo el franquismo, y eso no es posible. Garzón era reverenciado por lo que hacía con Argentina y ahora quiere hacerlo en su país y lo defenestran, pero él ha encontrado su segunda patria en Argentina.

¿Qué supone para una sociedad recuperar su memoria histórica?

-Si no hay memoria histórica, hay riesgos enormes porque cuando se olvida algo se repite, todo lo que no se salda queda ahí pendiente y la democracia tambalea. Democracia es democracia cuando hay seguridades y bienestar para todo el país, no para unos pocos.