MADRID - Sudáfrica ha decidido seguir el camino de India y plantar cara a los monopolios farmacéuticos. El Gobierno de Jacob Zuma planea reformar su sistema de patentes con un objetivo claro: mejorar el acceso de los pacientes a medicamentos asequibles. En el país con la mayor densidad de afectados por VIH/SIDA del mundo esto sería una muy buena noticia, sin embargo, la industria farmacéutica está enfurecida y prueba de ello es la existencia de un plan financiado, principalmente, por el lobby estadounidense para iniciar una campaña de desestabilización. Según documentos revelados por la prensa sudafricana el 17 de enero, el plan contaría con un presupuesto de 600.000 dólares.

"En el año 2000, el tratamiento de un año con antirretrovirales de un paciente africano costaba 12.000 dólares; cuando se logró que se convirtieran en genéricos pasó a costar algo más de 100. Desde entonces daba la impresión de que, en el tema de la promoción del uso de genéricos, las ONG y los pacientes pobres iban ganando. Y lo que da a entender esta conspiración de las farmacéuticas contra el Gobierno sudafricano es que queda mucho por pelear, que la industria va a seguir volviendo al ataque", analiza José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Estado español.

Con esta iniciativa, el Gobierno sudafricano pretende evitar que las multinacionales farmacéuticas registren nuevas patentes para medicamentos cuando estos no suponen novedad alguna. "Esta es una práctica muy extendida a través de la cual se combinan dos medicamentos en una sola tableta o se cambia ligeramente una formulación y con la que las farmacéuticas pretenden lograr la 'perennidad' de las patentes bloqueando injustamente la competencia genérica. Las farmacéuticas consiguen mantener así los precios de los medicamentos muy altos y limitan la capacidad de los pacientes para acceder a los mismos", explicó MSF en un comunicado el mes pasado.

Según la organización, Sudáfrica concede hoy en día patentes "ciegamente" y sin hacer un examen de calidad previo. "La enorme cantidad de patentes farmacéuticas que están en vigor en Sudáfrica hace que se produzcan enormes demoras en lo que respecta a la introducción de la competencia genérica", asegura el comunicado de MSF, que advierte además de que Sudáfrica paga hasta 35 veces más por el producto original que otros países en los que existe una sólida competencia genérica.

"Los esfuerzos de la industria farmacéutica para minar la reforma de la ley de patentes no sorprenden a nadie, ya que se trata de las mismas compañías que hace más de una década, cuando la epidemia del VIH/SIDA estaba en su mayor apogeo intentaron negar el acceso de los sudafricanos a antirretrovirales asequibles (...) La historia se repite ahora con los medicamentos para tratar la tuberculosis resistente, el cáncer y otras enfermedades", condena la organización humanitaria.

El caso Indio En caso de aprobarse la reforma de las leyes de propiedad intelectual, Sudáfrica se sumaría a India, conocida como la farmacia de los pobres por la producción de genéricos de calidad a bajo costo, en su lucha contra los monopolios farmacéuticos. Tras años al margen del sistema de propiedad intelectual de fármacos, India aprobó una ley de patentes en 2005, en la que incluyó una serie de salvaguardas. Esta norma establece, por ejemplo, que no son patentables las modificaciones de medicamentos ya existentes -cuyo objetivo final no es otro que extender los monopolios-.

"La patente dura 10 o 15 años (pensado para compensar los gastos de investigación) y luego se puede producir el medicamento como genérico. La industria ha empezado a hacer variaciones mínimas y a decir que es nuevo para extender la patente", explica Bastos, quien aporta claridad sobre la otra parte de la ley india: "Por otra parte hay medicamentos que son un bien común y hay gobiernos que se han atrevido a decir 'podemos obligar a un laboratorio farmacéutico a que uno de sus productos pierda la patente'. Eso sería la licencia obligatoria, que es lo que ha hecho India, que se ha convertido en el país que vende medicamentos esenciales genéricos a todo el mundo". Así, el país asiático suministra el 92% de los medicamentos que usan los pacientes con VIH y el 60% del tratamiento contra la malaria en el mundo en desarrollo. Gobiernos, agencias de la ONU y ONG son sus clientes.

Según la ley de patentes india, se puede aplicar la licencia obligatoria cuando un fármaco no está disponible para el público a "un precio accesible" después de tres años de haber sido otorgada la patente y, como compensación, el fabricante del genérico tendrá que pagar regalías por el 6% de las ventas netas a la multinacional. La primera vez que India aplicó esta medida fue en marzo de 2012, al medicamento Nexavar, para el cáncer de riñón e hígado, patentado por la alemana Bayer.

La concesión del permiso a la empresa local Natco Pharma para fabricar este medicamento como genérico redujo automáticamente su precio de 4.200 euros al mes a menos de 135 euros. La decisión de la Oficina de Patentes se fundamentó en que Bayer no solo no había conseguido fijar un precio para este fármaco que lo hiciese accesible y asequible, sino que tampoco había podido asegurar cantidades suficientes y sostenibles dentro del país. La decisión provocó la ira de la multinacional alemana, que emprendió acciones legales -aún en curso- y unas polémicas declaraciones de su consejero delegado, Marijn Dekkers, durante un foro de la industria farmacéutica celebrado el pasado 3 de diciembre. "Nosotros no desarrollamos estos fármacos para el mercado indio, seamos honestos, lo hacemos para pacientes occidentales que se lo pueden permitir", espetó creyéndose entre colegas y amigos.

También la suiza Novartis ha emprendido acciones legales contra el país asiático. En este caso por una fórmula mejorada de un medicamento anticancerígeno comercializado como Glivec. Pero el Tribunal Supremo de India falló en contra de la multinacional y alegó "falta de innovación". Novartis ha ido más allá y ha demandado la ley completa, aunque esta iniciativa parece que tampoco tendrá éxito.

Brasil India no es el primer país que decide romper con la patente de un medicamento, aunque sí es la primera vez que se usa esta posibilidad prevista por la Organización Mundial del Comercio para fármacos anticancerígenos. El primero fue Brasil en 2007. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva firmó un decreto por el cual autorizaba a quebrar la patente del medicamento contra el sida Efavirenz, producido por la estadounidense Merck. Entonces, Lula aseguró que "no es posible que alguien se haga rico con la desgracia de los otros".

Con los años, el gigante latinoamericano se ha convertido en otra referencia en el sector. "Brasil fabrica antirretrovirales, medicamentos para la enfermedad de Chagas y otros cuantos más y suministra enormes cantidades a los países que hablan portugués en África, Angola, Mozambique y otros países; y los suministra como ayuda bilateral, no los vende", explica Bastos. India, Brasil, ¿será Sudáfrica el siguiente?

Marijn E Dekkers, Consejero delegado de Bayer.