Vitoria. Hace siete meses, Nicolas Sarkozy perdía las elecciones presidenciales de Francia frente al socialista François Hollande. La reñida campaña electoral había dejado a un partido conservador -Unión por un Movimiento Popular (UMP)- dividido entre quienes habían apoyado al exmandatario en su giro hacia la derecha con el objetivo de arañar votos a los ultraderechistas del Frente Nacional de Marine Le Pen y quienes se movían más hacia el centro. Por si fuera poco, Sarkozy perdía su inmunidad presidencial y a la justicia francesa se le abrían las puertas para llamarlo a declarar por el caso Bettencourt, una trama de supuesto financiamiento ilegal de su campaña presidencial de 2007.

El futuro inmediato de Sarkozy parecía oscuro y el exmandatario anunció su retirada. La UMP inició entonces una carrera en busca del nuevo hombre fuerte de la derecha. Se lanzaron al duelo Jean-François Copé, que reivindica una "derecha sin complejos" -entre sus declaraciones más polémicas se encuentra su teoría de la existencia de un "racismo antiblanco", que recuerda demasiado a las tesis del Frente Nacional-, y François Fillon, más centrista y primer ministro de la era Sarkozy. El resultado no ha podido ser peor para el partido conservador, aunque no así para el expresidente, que tras librarse de la imputación en el caso Bettencourt tras doce horas de declaración ante la Justicia, se alza ahora como el único capaz de solucionar la encarnizada guerra interna en el principal partido de la oposición francesa.

Ayer mismo, Sarkozy dio un ultimátum a Copé y Fillon: si no llegan a un acuerdo antes de mañana, mostrará públicamente su desautorización a ambos como candidatos a presidir el partido. Como miembro del Consejo Constitucional, en calidad de exmandatario, Sarkozy debe respetar cierta neutralidad política y, hasta ahora, se ha mostrado prudente. Su labor ha estado más en la sombra.

Mediación El primero que intentó mediar, sin éxito, en la crisis de la UMP fue Alain Juppé, primer presidente de la formación creada en 2002 para unir a las fuerzas de centro derecha con el fin de apoyar la candidatura de Jaçques Chirac. Entonces se llamó Unión para la Mayoría Presidencial, pero adoptó su nombre actual en su congreso fundador, el 17 de noviembre de aquel año. Su fracaso se produjo después de que Copé se negara a retirar a su partidarios de la Comisión Nacional de Recursos (CNR), un grupo interno del partido que examinaba el caótico recuento de papeletas de las elecciones primarias y las denuncias de irregularidades de ambos candidatos. Fillon sí accedió a las peticiones de Juppé, por lo que después anunció que no reconocía las conclusiones del CNR, que confirmaron la victoria de Copé, al considerar que la comisión no era imparcial.

La comisión no solo avaló a Copé sino que aumentó su diferencia respecto a Fillon -pasó de 98 votos a 952-, al invalidar las elecciones en dos distritos mayoritariamente afines al ex primer ministro, Niza y Nueva Caledonia. Las elecciones primarias del pasado 18 de noviembre dieron paso a un desastroso recuento de votos por parte de la Comisión Electoral que se alargó durante dos días y que dio la victoria a Copé por apenas 98 votos de diferencia. La sorpresa fue mayúscula porque todas las encuestas daban a Fillon triunfador con un amplio margen. Pero el bochorno fue todavía mayor por las denuncias de irregularidades que lanzaron ambos candidatos y después de que la Comisión Electoral reconociera que no se habían contado los votos de tres regiones de ultramar, que podrían favorecer al ex primer ministro francés.

Desde entonces, la tensión ha ido en aumento cada día con un episodio tras otro de enfrentamientos verbales, que han situado al partido al borde de la implosión. Fillon, que en un principio pedía que se contaran todos los votos, quiere ahora que se repitan las primarias, al igual que el 80% de los votantes conservadores, y ha retirado a sus diputados afines del grupo parlamentario de la UMP hasta lograr ese objetivo. Copé, sin embargo, se resiste. Este encono ha llevado al expresidente Sarkozy a subir el tono y amenazar a ambos candidatos con poner toda su influencia en el partido para obligarles a resolver el conflicto. Antes, Sarkozy había apadrinado la idea de celebrar un referéndum entre los militantes para saber si querían que se repitieran los comicios. Según Juppé, el exmandatario "es el único hoy con autoridad suficiente para conciliar a las partes". Una gran mayoría de los militantes conservadores le quieren como líder y el 70% de los franceses vería con buenos ojos su regreso a la escena política.

l Alain Juppé. Fundador de la Unión por un Movimiento Popular en 2002 y su primer presidente, puesto que tuvo que abandonar en 2004 debido a que fue condenado por la justicia por malversación de fondos públicos, lo que le inhabilitó por un año para el ejercicio de la política activa. Fue sido primer ministro entre 1995 y 1997, y actualmente es el alcalde de Burdeos. Durante el último periodo del mandato de Sarkozy fue ministro de Exteriores, después de que la titular, Michèle Alliot-Marie tuviera que dimitir en medio de las críticas por el escándalo que supuso el viaje hecho a Túnez en el avión privado de un amigo de Ben Ali durante la primavera árabe. En la actual crisis de la UMP ha tratado de mediar entre las partes, sin éxito, después de que Jean-François Copé rechazara sus peticiones. Según Juppé, "Sarkozy es hoy el único con autoridad" para solucionar el contencioso.

l Nicolas Sarkozy. Asumió la presidencia de la UMP tras la dimisión de Juppé, e 2004. Fue elegido como el segundo líder de la formación conservadora con un 80% de los votos. Ahora, la mayoría de los militantes del principal partido de la oposición le quieren de nuevo en el trono. Tras el estallido de la crisis en la UMP, Sarkozy adoptó una postura prudente e imparcial. Sin embargo, en los últimos días, el exmandatario ha subido el tono y ha amenazado a Copé y Fillon con desautorizarlos públicamente si no ponen fin a su disputa por la presidencia de la UMP. Tras el fracaso de la mediación de Juppé, Sarkozy apadrinó la celebración de un referéndum entre los militantes para saber si querían que se repitieran las primarias, propuesta que terminó fracasando.