Ashdod. Aunque mucho menos letales que los bombardeos israelíes en Gaza, los cohetes lanzados por los grupos armados de la franja alteran llenan de temor a cientos de miles de israelíes. Los proyectiles de los últimos días contra Jerusalén y Tel Aviv han marcado la agenda informativa, sin embargo, localidades más pequeñas y cercanas a la franja palestina como Sderot, Ashkelón o Ashdod son el objetivo principal de los cohetes palestinos, tanto en tiempos de relativa calma como en estos de ofensiva israelí.

En un conflicto tan marcadamente asimétrico como el que libra Israel -fuerza ocupante que cuenta con uno de los Ejércitos más poderosos del mundo- contra las milicias palestinas -con proyectiles de cada vez mayor alcance y cabeza explosiva pero a años luz del arsenal israelí en letalidad y precisión- la baza de los grupos armados de Gaza es la capacidad de infundir miedo.

Según datos del Ejército israelí, las milicias de la franja han lanzado más de 1.300 proyectiles contra el Estado judío desde el inicio de la operación Pilar Defensivo. Tres han sido letales: el que impactó la semana pasada en una casa y segó las vidas de tres israelíes asomados a la ventana en vez de cumplir las órdenes de protección civil; y los dos que ayer acabaron con la vida de un beduino de 33 años en el desierto del Neguev y con un soldado de 18 años en Eshkol.

Además de refugios antiaéreos y sirenas inexistentes en la hacinada Gaza, Israel cuenta con Cúpula de Hierro, un sistema de defensa antimisiles que ha interceptado casi 400 proyectiles lanzados desde la franja palestina y que descarta aquellos en dirección a descampados. En lugar de decenas de muertos, los cohetes palestinos dejan un reguero de colegios desiertos, calles con escaso tránsito, sirenas antiaéreas y estallidos que desde hace años convierten la anormalidad en normalidad. Las clases escolares, por ejemplo, están suspendidas a 40 km de Gaza.