Rafah. El cierre por Egipto de más 120 túneles entre el Sinaí y Gaza desde el pasado agosto ha abierto un interrogante sobre el abastecimiento de la franja y la financiación del Gobierno de Hamás, que grava las mercancías que entran a través de ellos. Abu Mohamed, de 38 años, es el propietario de uno de esos conductos, de 900 metros, clausurado hace una semana por las fuerzas de seguridad egipcias.
Es una víctima civil más de la decisión de El Cairo de cerrar desde su territorio decenas de los túneles a Gaza, a raíz del atentado yihadista del pasado 5 de agosto, en el que murieron 16 soldados egipcios. Los subterráneos se cuentan por centenares desde que Israel endureció su bloqueo a Gaza en junio de 2007, lo que hizo que proliferasen más allá de su tradicional papel de vía de entrada de armamento para convertirse en cordón umbilical de alimentos, combustibles y bienes de consumo. Abu Mohamed (rehúsa dar su nombre completo) observa su túnel en la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza, y recuerda los nueve meses en que sirvió como vía de entrada de alimentos y materiales de construcción. "Mientras Israel mantenga el bloqueo, la vida aquí será dura sin los túneles, que son la arteria ilegal para la población y la única fuente importante de necesidades diarias básicas y secundarias, de todo tipo de productos", asegura. Otro de los propietarios, Abu Yaser, ha constatado esta semana un descenso de más del 70 por ciento en las cantidades de gasolina y diesel introducidas de contrabando. Comprar un túnel es una auténtica inversión a medio-largo plazo en un territorio que ha vivido desde 2010 una relajación del bloqueo, pero al que Israel impide aún la entrada y salida libre de mercancías por tierra, mar y aire.