Bilbao. "Divulgar informaciones clasificadas no es sólo una actividad: es un modo de vida. Desde mi punto de vista requiere a la vez sensatez y sensibilidad: eres lo que sabes, y ningún Estado tiene derecho a hacer que seas menos de lo que eres. Muchos Estados modernos olvidan que fueron creados sobre los cimientos de los principios de la Ilustración, que el conocimiento es el garante de la libertad (...)".

Así comienza el último capítulo de la Autobiografía no autorizada de Julian Assange, editado por Los libros del lince este año. En ese mismo capítulo, el creador de WikiLeaks narra cómo Suecia lo busca porque tuvo relaciones sexuales con dos mujeres y ambas se pusieron de acuerdo, afirma, para denunciarle por abusos sexuales. Assange ya estaba buscado y un amigo le había dicho en Oslo "ándate con cuidado". No existen cargos contra él, el país escandinavo sólo lo busca para interrogarle, pero el editor en castellano de su libro, Enrique Murillo, comenta a DEIA que "la extradición a Suecia abre el camino que conduce a una segunda extradición a Estados Unidos, donde existe una campaña liderada por algunos destacados miembros del Tea Party, que hace tiempo piden contra él la pena de muerte o la ejecución sumarísima, donde quiera que esté".

"Es un cadáver viviente", vaticina Murillo, ya que, indica, "de Suecia es muy fácil extraditarlo a EE.UU., y una vez allí le pueden mandar a Guantánamo, donde, como ha dicho Garzón -su actual abogado-, su indefensión será completa".

Murillo, que acostumbra a editar en España a controvertidos autores como Terry Gould, Carlos Taibo o Las voces del 15-M, se hizo con la autobiografía desautorizada de Assange cuando David Byng se lo propuso, bajo condiciones "muy duras". Sin duda, leyendo sus páginas se constata que el australiano es un gran comunicador, y Murillo se pasó traduciendo toda la Navidad pasada. "Es espléndido, es la vida de un revolucionario que se ha hecho una revolución gracias a la tecnología. Que con WikiLeaks se lograra cosas que hasta entonces no existían, como proteger las fuentes, se sumó a su vocación periodística. Pero ahora WikiLeaks ha muerto: las multinacionales americanas ya lo han cerrado. A ver cómo acaba esto; Reino Unido es muy tolerante hasta que deja de serlo. Pero si no es por las buenas, Estados Unidos lo logrará por las malas", considera el editor.

En la Autobiografía de Assange también relata sus días en The Guardian, The New York Times y Der Spiegel pegado al ordenador, dando forma a cientos de datos, y que se sintió traicionado por los dos diarios estadounidenses. Cuando DEIA habló con el entonces director del Times, Bill Keller, comentó que "aún defiendo lo que hizo, pero él quería que nos implicáramos en su causa". Y es que, recuerda Murillo, Assange "también tuvo que ver con el ataque social contra los bancos en Islandia, los suizos... Tenía toneladas de información".