Túnez. El tribunal militar de la capital condenó al ex presidente tunecino Zín El Abidín Ben Ali, a 20 años de prisión por "incitación al desorden, muertes y pillajes en territorio nacional", según difundió la agencia de prensa TAP.

Juzgado en "estado de fuga", ya que huyó el 14 de enero del año pasado, el ex presidente tunecino resultó implicado en el caso de la muerte de 4 jóvenes que murieron por disparos de bala cuando intentaron detener a un sobrino suyo, Kais Ben Alí en la madrugada de entre los días 15 y 16 de enero del 2011. Quince miembros de las fuerzas de seguridad, algunos también en estado de fuga, han sido condenados a penas de entre 5 y 10 años de prisión por el mismo tribunal. Las familias de las jóvenes víctimas serán indemnizadas con cantidades que oscilan entre 75.000 y 100.000 euros. Ben Ali acumula un total de 66 años de prisión por otras causas como tráfico de droga, desviación de fondos públicos y abuso de bienes públicos. Sobre el ex presidente y su mujer, Leyla Trabelsi pesa una orden de detención internacional emitida desde su fuga a Arabia Saudi, aunque este país no lo quiere entregar.

se recrudece la violencia Una ola de ataques protagonizada por miles de jóvenes extremistas religiosos, cuyo punto álgido tuvo lugar la noche del lunes, mantiene en vilo a parte del país y a las autoridades, que ayer decretaron un toque de queda en ocho provincias en un intento de frenar la violencia.

Los disturbios, encabezados por grupos radicales islámicos, que hasta ahora se habían circunscrito, principalmente, a las regiones más empobrecidas del interior del país, estallaron en la capital en respuesta a una exposición de arte considerada por los salafíes como un atentado contra el islam.

Tras el asalto, la noche del domingo, del centro de arte Al Abdalia, donde se mostraban obras en las que, por ejemplo, aparecía un barbudo (salafí) con colmillos de vampiro o la frase "Alabado sea Dios" escrita con hormigas, el lunes, estallaron protestas en varios puntos de la capital y algunas ciudades, de manera casi simultánea.

Así fueron atacadas comisarías, tribunales, escuelas, centros de arte, prostíbulos, bares y sedes de partidos, mientras desde los sitios de internet de los más rigoristas se acusaba a toda la clase política y a las fuerzas de seguridad de proteger a los artistas "blasfemos".

Un joven estudiante murió ayer en Susa como consecuencia de una herida de bala recibida el martes durante los enfrentamientos.

Ante la magnitud de los acontecimientos las autoridades intentaron atajar la situación con una de cal y otra de arena. Por un lado, decretaron el toque de queda durante la noche, detuvieron a 160 personas y prometieron aplicar la Ley Antiterrorista, y por otro, para aplacar las iras de los salafíes, aseguraron que los artistas que habían atentado contra los valores islámicos serían juzgados. "Los grupos extremistas que amenazan las libertades se creen con el derecho de sustituir a las instituciones del Estado e intentan controlar los lugares de culto", aseguraron hoy en un comunicado conjunto el presidente tunecino, Monsef Marzuki, el jefe del Gobierno, Hamadi Yabali, y el presidente de la Asamblea Cnstituyente, Mustafá Ben Yafar. Además, en la nota los tres dirigentes señalaron que estos grupos "están infiltrados por criminales que son espectros del régimen derrocado (de Zine el Abidine Ben Ali) que intentan hacer fracasar el proceso de transición".