Bangkok. "Aprendo mucho escuchando la radio, porque no hay distracciones, ni gente ni comida en la mesa, uno solo escucha y está atento a la información", explicó la Nobel de la Paz durante uno de los momentos más distendidos de su intervención en el Foro Económico Mundial sobre Asia Oriental en la jornada de clausura.

Desde que llegó el martes a Tailandia en su primer viaje al extranjero en 24 años, Suu Kyi se ha mostrado afable y segura de sí misma, tanto en sus encuentros con inmigrantes birmanos como departiendo con empresarios, ministros o la nutrida prensa que la sigue a todas partes.

En los años que sufrió arresto domiciliario en Rangún por pedir reformas democráticas al entonces régimen militar birmano, Suu Kyi apenas recibía visitas, practicaba meditación y tenía acceso solo a los canales de televisión estatales y a una radio en la que podía sintonizar la BBC y Voice of America.

Ahora todo ha cambiado e incluso se plantea abrirse una cuenta en las redes sociales para tener más contacto con la gente.

"No sé si podré encontrar tiempo en este momento, pero con los adelantos tecnológicos nunca se sabe, y puede que mañana esté conectada en Facebook", dijo la birmana en una rueda de prensa repleta de periodistas.

También ha hablado de temas personales, como su padre, el héroe de la independencia Aung San, de quien dijo que heredó la capacidad de liderazgo, y de su madre, Khin Kyi, que le inculcó la disciplina y la importancia del deber.

"Mi madre me enseñó que el deber está por delante de todo lo demás. He intentado poner esto siempre en práctica", afirmó Suu Kyi, cuyo nombre fue peligroso pronunciar en Birmania durante años por temor a represalias de las autoridades.

La última junta militar se disolvió y traspasó el poder a un gobierno civil afín, hace catorce meses.

En el hotel de Bangkok donde se celebra el foro económico, cuando aparece por los pasillos del enorme establecimiento protegida por policías y acompañada casi siempre de las dos mujeres de su confianza que la cuidaron durante los arrestos y que con ella han viajado hasta Tailandia, Suu Kyi se detiene cada pocos metros para responder al saludo de un mandatario, ministro o financiero, y también de los curiosos.

"Hasta los primeros ministros la esperaban para hacerle fotos, es una señora muy bella, lleva un vestido muy bonito y me encanta la piel tan blanca que tiene", comentó a Efe Thuy, una tailandesa empleada del hotel Shangri-la.

Suu Kyi dice que vive preocupada por los pobres, las minorías étnicas víctimas de conflictos interminables y de las mujeres, que en la mayoría de los casos soportan todo el peso de la familia.

"En un centro de VIH, hablé con prostitutas. El 80 por ciento de sus ingresos lo dedicaban a ayudar a sus padres y hermanos", denunció en un debate en el foro.

"¿Qué pasa con los hombres? Es un tema cultural, hay que cambiar la mentalidad de que las mujeres se sacrifiquen siempre", espetó.

Después de años donde fue imposible conseguir una imagen o palabra de Suu Kyi, la Nobel de la Paz se ha convertido en una de las figuras más mediáticas en Asia que acapara toda la atención de los fotógrafos y admiradores, incluidos ministros y empresarios que han sacado sus móviles estos días para fotografiar a "La Dama" de Rangún.

A mediados de junio, Suu Kyi viajará a Suiza, Noruega y el Reino Unido en su primera gira internacional.