Oslo. Dijo que lo sentía. Y no se refería al hecho de haber matado a sangre fría a 77 conciudadanos noruegos, sino a que no muriesen más personas. Así lo afirma Geir Lippestad, uno de sus abogados defensores. Hoy, lunes 16 de abril arranca el juicio contra el asesino confeso Anders Behring Breivik por terrorismo y asesinato múltiple. Breivik, de 33 años, tendrá cinco días para explicar su ideología.
"Quiere no solo defender lo que hizo, sino trasladar cómo lamenta no haber podido avanzar más", anunció Lippenstad. Los noruegos tendrán que prepararse para escuchar declaraciones extremas. Hace tiempo confesó ser el autor de las muertes de las 77 personas que perdieron la vida en julio pasado en un atentado en Oslo y en la matanza la isla de Utoya. Para Noruega se trata de la peor catástrofe desde la Segunda Guerra Mundial, una masacre incomprensible que dejó al país perplejo. Pero el asesino confeso no lamenta nada, dijo Lippestad. "Si pudiera, lo volvería a hacer", agrega. El propio Breivik ha escrito desde la cárcel que el proceso es para él "una oportunidad única de explicar al mundo sus ideas". En su manifiesto publicado en internet, el ultraderechista explica cómo quiere utilizar el proceso para su causa. Ser objeto de atención por parte de la opinión pública es uno de sus objetivos. Es por ello que, según la acusación, hizo estallar en el barrio gubernamental de Oslo una potente bomba que mató a ocho personas e hirió a más de un centenar. Las imágenes parecían las de los restos de una guerra.
Mientras los habitantes de Oslo quedaron paralizados por la conmoción, Breivik fue hasta la isla de Utoya, que se convirtió en una trampa mortal los para jóvenes comprometidos políticamente que estaban allí acampados. Disfrazado de policía mató a decenas de participantes en este campamento de juvenil de los socialdemócratas, afirman los fiscales Inga Bejer Engh y Svein Holden. Ambos crímenes están considerados como actos terroristas. "El acusado ha cometido un delito grave que nunca se había registrado en nuestro país en esas dimensiones", añadieron los fiscales.
Informes de los psiquiatras La cuestión decisiva es si Breivik es un frío y calculador asesino o una persona trastornada psíquicamente. Los informes de psiquiatras forenses se contradicen: uno de ellos afirma que el treintañero es esquizofrénico paranoico, mientras que el segundo afirma que no pudo constatar ningún indicio de psicosis. Breivik está enamorado de sí mismo, es un narcisista poco social, pero no padece una enfermedad psíquica grave, agrega el segundo informe. Precisamente de esa cuestión dependerá si Breivik va a la cárcel o a un centro psiquiátrico.
El mayor proceso judicial El proceso durará unas diez semanas y se prevé que la sentencia se dicte antes del primer aniversario del atentado, el 22 de julio. Se espera que testifiquen los 46 supervivientes del baño de sangre de Utoya. La defensa convocará además al estrado a expertos en ideología política e islamistas. Los medios hablan del mayor proceso judicial en la historia de Noruega. Las víctimas de Breivik proceden de todo el país y para sus familiares el juicio se retransmitirá en directo a través de pantallas en 17 salas de los juzgados.
Breivik podrá hablar durante una semana sobre sus motivos ideológicos, pero lo hará detrás de un cristal antibalas. Como no existe un examen psicológico determinante, la prueba más importante será cómo el presunto asesino se presenta y expone sus ideas ante el tribunal, dijo Lippestad. El fiscal Holden ya ha anunciado que intentará limitar la declaración de Breivik "a lo que es relevante para el proceso". "Es muy importante que se le dé tiempo para expresar sus motivos y pensamientos", exige sin embargo el abogado defensor Lippestad. Breivik "dirá muchas cosas que son difíciles de escuchar", apuntó el letrado. "Pero tenemos que pasar por ello para que sea un buen proceso".
El resultado de la investigación, que habrá costado al menos 13 millones de euros son 100 carpetas de 500 páginas, que constituirán una de las bases del juicio, precedido por las críticas a la actuación de las fuerzas de seguridad. A pesar de las reticencias iniciales, la Policía ha acabado reconociendo errores de comunicación y ha pedido perdón, y dos figuras de peso, como el ministro de Justicia y la jefa de los servicios de inteligencia, han dimitido, aunque sin admitir públicamente que fue por los hechos del 22 de julio.
Un coste similar a la investigación tendrá el juicio, para el que se destinará la segunda planta del tribunal de Oslo, reformada para construir la sala del juicio y acondicionar otras para familiares, supervivientes y público que quieran verlo en directo.