Damasco/Nueva York/Moscú. El presidente sirio, Bashar al Asad, amenazó a los árabes con un baño de sangre en el caso de que envíen tropas al país, dijo ayer un portavoz del gobierno a la agencia de noticias estatal Sana, mientras la ONU debatía ayer un borrador de resolución presentado por Rusia. "Sería lamentable si se derramara sangre árabe sobre suelo sirio para servir a intereses políticos extranjeros, después de que se hiciera evidente una conspiración contra Siria", señaló. El orgulloso pueblo sirio no tolerará una injerencia extranjera, señaló. El emir de Catar, el jeque Hamad bin Jalifa al Thani, señaló el pasado fin de semana en una entrevista la posibilidad del envío de tropas árabes a Siria para poner fin a la violencia. Catar preside el comité para Siria de la Liga Árabe que se reunirá el domingo para debatir las nuevas medidas a adoptar, después de que la misión de observadores en el país no lograra poner freno al derramamiento de sangre. Los observadores entregarán al comité su informe el jueves.
Mientras, Rusia, que con su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU bloqueó durante meses una resolución de condena a Siria, presentó un texto propio de resolución que se debatió ayer, aunque fue considerado demasiado suave para que ser aceptado por otros países occidentales.
más dureza contra damasco El texto exige un curso más duro contra el régimen del presidente sirio, Bashar al Assad, pero Moscú reparte en la misma medida entre el gobierno y el movimiento de protesta la responsabilidad por la violencia que se cobró más de 5.000 muertos, según la ONU. "Decir que sólo la cúpula siria es responsable de todo sería erróneo", dijo el viceministro de Exteriores ruso, Gennadi Gatilov, ayer en Moscú citado por la agencia de noticias interfax. Además, anunció que Rusia no aprobará el envío de soldados extranjeros al país y señaló que los Estados de la Liga Árabe no tendrían mandato para enviar soldados de paz.
Rusia es un importante suministrador de armas del régimen sirio y mantiene una base militar en el puerto sirio de Tartus. Moscú rechazó en numerosas ocasiones una condena "unilateral" a Assad y criticó también a la insurgencia como "extremista". Por ello, los borradores de resolución que Rusia ya presentó a finales de 2011 fueron rechazados por los europeos y Estados Unidos.