parís. El jefe del contraespionaje francés, Bernard Squarcini, fue ayer inculpado en relación con el supuesto espionaje telefónico a un periodista del vespertino Le Monde que investigaba sobre el caso de la multimillonaria Liliane Bettencourt, heredera del imperio L'Oreal, declarada enajenada y ayer mismo puesta bajo la custodia de su nieto por un auto judicial. A Squarcini se le acusa de atentado contra el secreto de correspondencia, colecta ilícita de datos y receptación del secreto profesional, precisó su abogado.
El jefe de los espías galos está siendo investigado por la orden de investigar con lupa las facturas telefónicas de un periodista de Le Monde en el verano de 2010 para descubrir quiénes podían ser sus fuentes en el caso Woerth-Bettencourt. Este escándalo, que acabó con la carrera política de Eric Woerth (exministro del Presupuesto), también amenaza a la cúpula de la UMP y a Sarkozy, sospechosos de recibir de forma ilícita fondos de la fortuna de Bettencourt para financiar su campaña.
'gabinete negro' Según informó el pasado septiembre Libération, la orden de espiar al periodista partió del palacio del Elíseo. Y es que según la tesis de este medio, en el verano de 2010 la Presidencia francesa constituyó una célula especial, un "gabinete negro" para obtener "en directo todas las informaciones del escándalo Woerth-Bettencourt", identificar el origen de las filtraciones y organizar el contraataque político.
Además de Squarcini, cuyo abogado precisó que no tiene intención de dimitir ya que se limitó a hacer su trabajo (cortar una fuga de informaciones del Ministerio de Justicia), los otros dos ejes fundamentales de este dispositivo fueron, según el diario, el fiscal del Tribunal de Nanterre, Philippe Courroye, y el director general de la Policía Nacional, Frédéric Péchenard.