El cairo. Siria ha vivido su ramadán más sangriento. Un total de 473 personas fallecieron durante este mes en el país, donde continúa la represión de las fuerzas del régimen de Bashar al Assad contra los opositores, según informó ayer el Observatorio sirio de Derechos Humanos. Entre los fallecidos, fueron identificados 360 civiles y 113 miembros del Ejército y las fuerzas de seguridad, unas cifras que excluyen las muertes que dejaron los ataques militares en la ciudad de Hama (centro) entre los días 3 y 10 de agosto. Además, 28 personas murieron como consecuencia de torturas o estando detenidas por las fuerzas del orden, sobre todo en la provincia central de Homs.

Hasta 25 menores de dieciocho años y 14 mujeres figuran en las listas del Observatorio, que proporcionó los datos una vez finalizado el mes de ayuno musulmán, durante el cual las fuerzas del régimen han intensificado su ofensiva contra los manifestantes. Las protestas contra Al Assad comenzaron el pasado marzo y desde entonces 2.434 personas han perdido la vida, entre ellos 1.975 civiles y 459 miembros de las fuerzas militares y de seguridad, según tiene documentado el grupo sirio de derechos humanos. Estas cifras tampoco incluyen ni la ofensiva en Hama ni los cientos de desaparecidos que han sido arrestados, algunos de los cuales probablemente estén muertos, señaló el Observatorio. La organización también alertó de los riesgos que corren los activistas detenidos Nazar al Rashi, Al Qaaqaa al Mugir y Tareq Abdel Hai. Los Comités de Coordinación Local también alertaron del arresto de Mustafa Roston, un antiguo preso político que se había unido a las protestas, y de la quema de casas de opositores en la localidad de Haula, en Homs.

Masacre de Hama El fiscal general de la ciudad siria de Hama, Adnan al Bakur, presentó su dimisión en protesta por los excesos que han cometido las fuerzas del régimen en esta urbe. En un vídeo difundido ayer por Internet, Al Bakur enumeró, con la mirada fija en la cámara y unos papeles entre las manos, una serie de asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad y los llamados shabiha (matones del régimen). Esa decisión le ha costado su "secuestro", según grupos opositores como los Comités de Coordinación Local, que reclamaron su liberación inmediata. Al Bakur denunció la ejecución de 72 manifestantes y activistas políticos el 31 de julio, cuyos cadáveres -agregó- fueron sepultados en fosas comunes en la aldea de Al Jalediya, cerca del cuartel militar de Hama.

Fue precisamente en la víspera del mes de ayuno de ramadán cuando los tanques del Ejército sirio irrumpieron en Hama en medio de un fuerte tiroteo y dejaron decenas de muertos. La ofensiva se intensificó en los días siguientes, lo que hizo recordar a sus habitantes la matanza vivida en 1982, cuando el padre del actual presidente, Hafez al Asad, aplastó un levantamiento islamista con un resultado de 20.000 muertos. El fiscal general señaló que otros 420 cuerpos fueron enterrados en fosas comunes cavadas en los parques públicos.

"Me pidieron preparar un informe que dijera que esas personas fueron asesinadas por grupos armados", apuntó Al Bakur.