Trípoli. Los rebeldes libios han emprendido una caza de brujas entre los hombres de origen subsahariano, a los que acusan de haber sido mercenarios a sueldo del régimen de Muamar el Gadafi, aunque muchas de sus historias parecen las de inmigrantes llegados a Libia en busca de una mejor vida. Para Isaha, el fin del ayuno de ramadán no es motivo de fiesta. Tocada con un pañuelo de vivos colores, grita y llora sin consuelo frente a un pequeño polideportivo transformado en centro de detención en la medina histórica de Trípoli. Según su relato, hace dos días, varios hombres armados se presentaron en la puerta de su casa y se llevaron a su marido, esposado y a punta de pistola.
"Somos de Chad. Llevamos viviendo en Trípoli desde hace diez años. Mi marido es un trabajador y nunca ha tenido arma alguna", relata con el gesto compungido. "Tengo miedo. Quiero saber dónde está, quiero que vuelva. Dígame dónde está", grita mientras trata de descubrir el rostro de su esposo entre decenas de prisioneros que, flanqueados por unos rebeldes demasiado jóvenes como para portar un fusil, son trasladados del edificio a un camión policial.
El sol del mediodía cae a plomo sobre la medina y el nerviosismo entre los revolucionarios y las familias se dispara al tiempo que el camión cierra las puertas con más de un centenar de hombres de entre 20 y 40 años, de raza negra y mirada afligida. "Son mercenarios, son mala gente contratada por Gadafi para degollar a los libios", asegura Jalim mientras muestra una serie de documentos en árabe que en su opinión prueban sus acusaciones. Algunas son simples células de identidad e, incluso, tarjetas sanitarias pertenecientes a hombres jóvenes procedentes de países como Nigeria, Chad o Mali. Sin embargo, bajo la acusación de los rebeldes parece ocultarse también un agudo sentimiento de revanchismo y certo racismo.
"Van a ser trasladados a la cárcel de Eshdeida, donde van a ser investigados", señala uno de los comandantes. La posibilidad de que los arrestos escondan, en realidad, una sistemática caza de brujas para expulsar a los subsaharianos también la contemplan organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras y Human Righs Watch.
"Tenemos constancia de la detención de miles de subsaharianos en Trípoli y en otras ciudades del país", explica Peter N. Bouckaert, representante de HRW. "Muchos han sido incluso atacados por el hecho de ser negros. Estamos muy preocupados", agrega antes de instar al Consejo Nacional de Transición a que ponga fin a los desmanes.