Vitoria. Cuando parece inminente el fin del conflicto en Libia y la comunidad internacional debate su actuación en la era post Gadafi, la situación humanitaria en el país magrebí aparece como la principal prioridad. Para hacer frente a este reto, Estados Unidos presentó ayer un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad para desbloquear 1.500 millones de dólares para apoyar a los rebeldes libios a suplir las necesidades humanitarias que afronta Libia. Por su parte, la Comisión Europea ha aprobado ya el envío de 80 millones de euros, de los que diez están destinados a ayuda urgente para aliviar las consecuencias del conflicto en Trípoli y las ciudades costeras del país. La Comisión Europea de Ayuda Humanitaria y Protección Civil se centrará primero en dar apoyo al sector médico, especialmente mediante equipos de asistencia quirúrgica a los hospitales que estarán haciendo frente a gran cantidad de emergencias por heridas graves. Otra de las prioridades para Bruselas es prestar protección a los refugiados e identificar zonas seguras para su retorno.

La emergencia se incrementa cada día de conflicto en el país, donde son urgentes los recursos médicos por la cantidad de heridos durante la contienda que necesitan ser operados. El personal sanitario libio trabaja al completo en esta labor, sin embargo, no es suficiente. Asimismo, el acceso a la electricidad es cada vez más escaso, así como al de alimentos.

Además de la necesidades básicas acuciantes en el país, los organismos internacionales se muestran preocupados por las violaciones de derechos humanos a la población civil. "El riesgo para la población civil aumenta con cada día de violencia en Trípoli, no solo para las personas atrapadas en los combates, sino también porque las condiciones podrían empeorar si los enfrentamientos llegan a las zonas residenciales con la gran probabilidad de que ello afecte a los suministros de comida, agua y electricidad", apuntó el martes Amnistía Internacional. La organización advirtió también de la vulnerabilidad de los trabajadores extranjeros, principalmente subsaharianos, que podrían ser blanco de ataques al ser confundidos con milicianos de Gadafi.