Apenas unas pocas horas después de que un grupo de hombres armados asesinara a tiros y explosiones a 7 israelíes en la frontera sur de Israel, el Gobierno hebreo ordenaba despegar a sus aviones para que se dirigiesen a Gaza y eliminasen a los cabezas del Comité de Resistencia Popular. Este grupo nació durante la Segunda Intifada y se compone de activistas armados de diversas facciones que, aunque a veces colaboran con Hamás, por lo general actúan de forma independiente. Hasta ahora no han confirmado su autoría, a pesar de lo cual Israel los considera responsables de lo sucedido. Según su versión, los atacantes abandonaron Gaza por los túneles y penetraron en Israel 200 kilómetros más al sur, a 15 kilómetros de la ciudad fronteriza de Eilat, por un lugar donde sólo varias tiras de deterioradas alambradas separan Egipto de Israel.
Egipto, -en esto no ha cambiado- niega todo aquello de lo que se le acuse. El gobernador del Sinaí Jaled Fouda considera imposible que los hombres armados hayan pisado suelo egipcio "sin que nuestros patrols los hayan detectado", y el gobernador del norte de la península, Abdel Waheb Mabruk, reta a Israel a aportar pruebas de que los atacantes disparasen desde territorio egipcio, a pesar de que el ejército árabe había confirmado poco antes haber abatido a dos de de ellos en el interior de sus fronteras. Y es que el ataque con granadas a la comisaría del El Arish hace tres semanas y los cohetes lanzados contra el gaseoducto que transporta el gas a Israel ya constataban las dificultades del gobierno egipcio para controlar la península del Sinaí.
No parece casualidad que, tras recibir un aviso hace dos semanas de la posibilidad de un atentado como el acontecido -tal como afirma el ejército hebreo-, Israel autorizase el despliegue de 2.000 soldados egipcios con sus correspondientes tanques en la península del Sinaí, un número muy superior a lo firmado en los acuerdos de Camp David en 1978.
Hamás también se desentiende, asegurando que no ha tenido que nada que ver. A la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que viene haciendo grandes esfuerzos diplomáticos en los últimos meses para recabar el apoyo internacional a la resolución de independencia que presentará en la ONU en septiembre, le hubiera facilitado las cosas que Hamás, con el que se acaba de reconciliar, condenase el ataque pero, en vez de eso, la facción islamista lo ha alabado y lo ha calificado de "defensa legítima".
condena de la anp La ANP sí lo condena, aunque pide una investigación "para comprobar la autoría", exige a Israel que "no se utilice el ataque como pretexto para aplicar un castigo colectivo" y, sobre todo, se apresura a desligar la votación de septiembre de lo ocurrido. "Es una cuestión diferente; nos preocupan las vidas humanas perdidas y también la situación en Gaza pero, como nación ocupada, tenemos un derecho natural a recibir nuestra independencia por parte de la ONU". El atentado también ha aumentado la desconfianza entre Israel y Egipto. La eliminación política de Mubarak ha traído consigo la legalización de todo tipo de grupos islamistas en el país, algunos de los cuales desean explotar una situación de inestabilidad en la que el gobierno está demasiado ocupado reconstruyendo el país, manteniendo la seguridad y el orden y tratando de aplacar la crisis económica.
El problema que afronta Israel es regional, por lo que resultaría más productivo aceptar y tratar con los cambios que acontecen a su alrededor que bombardear Gaza a cada paso. De momento, la decisión que ha tomado el ministerio de Defensa hebreo es acelerar la construcción de los 200 kilómetros de verja electrónica que separa los dos países, una frontera que desde 1978 sólo estaba defendida por unos pocos batallones, en su mayoría formados por reservistas.El que sí ha podido encontrar cierto respiro en lo sucedido es el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien ha pasado de la ansiedad que supone intentar suavizar la ira de 300.000 manifestantes (y votantes) que protestan por el precio de la vivienda (y que han decidido suspender sus protestas durante este fin de semana), a llenar los informativos de declaraciones patrióticas, que es lo que a él más le gusta. El ataque le ha servido para tomar la parte por el todo -es decir, un grupo armado que actúa al margen de Hamás y por supuesto de la aliada palestina de Israel, la ANP- y volver a su discurso sobre la "imposibilidad de negociar con terroristas y de darles un estado desde el que atacarnos". Una buena oportunidad para despertar la culpabilidad en el que quiera pedir un recorte en defensa para destinarlo a ayudas sociales.