WAHSINGTON. En una conferencia telefónica desde Afganistán, Allen indicó que el ataque contra los talibanes tuvo lugar en torno a la medianoche del día 8, después de que las fuerzas de la coalición tuvieran noticia del paradero de esos insurgentes.

El ataque aéreo se produjo después de que el sábado murieran treinta soldados estadounidense -22 de ellos, del grupo de operaciones especiales de la Infantería de Marina, o SEALS-, siete afganos y un intérprete civil al caer derribado un helicóptero "Chinook" en la provincia de Wardak.

"Aproximadamente a la medianoche del 8 de agosto, las fuerzas de la coalición mataron a los insurgentes responsables de este ataque contra el helicóptero, que creemos que cayó alcanzado por un disparo de mortero", explicó el militar estadounidense teleconferencia con la prensa en el Pentágono.

"Les seguimos la pista como hubiéramos hecho como consecuencia de cualquier operación y nos ocupamos de ellos con un ataque móvil. Tenemos la certeza de que murieron en ese ataque", agregó Allen, quien no quiso dar detalles específicos sobre la operación.

"Esta acción fue una continuación de la misión original para desmantelar (a los grupos talibán) en la provincia de Wardak", indicó Allen acerca del ataque aéreo del día 8. La muerte de estos talibán "no mitiga nuestra pérdida, pero debemos continuar persiguiendo al enemigo sin cesar y lo haremos", agregó el general.

El jefe militar subrayó que "en todo Afganistán los insurgentes están perdiendo. Pierden territorio, líderes, armas y suministros. Pierden apoyo público y cada vez más insurgentes en todo Afganistán están perdiendo su determinación para luchar".

Los cuerpos de los soldados aliados muertos en el derribo del helicóptero llegaron el martes a la base aérea estadounidense de Dover (Delaware), donde el presidente de EEUU, Barack Obama, se desplazó para participar en una ceremonia de recepción.

El Pentágono ha anunciado la apertura de una investigación sobre el derribo del helicóptero.