Tel Aviv. Los indignados que protagonizan la mayor protesta social de la historia de Israel preparan un documento con sus demandas para presentárselo al primer ministro, Benjamín Netanyahu. El texto está siendo elaborado por los líderes del movimiento, iniciado el pasado día 14 con una acampada en Tel Aviv por los altos precios de la vivienda y que ha ido ganando apoyos entre diversos sectores de la población. Médicos, estudiantes, jóvenes indignados, ganaderos y padres de familia han unido sus fuerzas en una protesta que está poniendo en aprietos a Netanyahu.
Economistas y otros expertos han sido consultados para formular una serie de demandas en los ámbitos de vivienda, asistencia social, educación, salud y política económica. Las reivindicaciones se presentan junto con su coste estimado para el Estado para defender que los beneficios de su aplicación superan los gastos iniciales, según el borrador. Los indignados quieren una enmienda a la ley de edificación que obligue a los contratistas a construir "viviendas asequibles", una reducción gradual de los impuestos indirectos, la revaluación de los procesos de privatización y un aumento del salario mínimo interprofesional a la mitad del salario medio -está en 1.766 euros-.
Netanyahu anunció el domingo la creación de un equipo ministerial para negociar con los "indignados", un día después de que 150.000 personas salieran a las calles en la mayor manifestación social de la historia del país. El primer ministro no quiere recibirles ni negociar con ellos porque está convencido de que "actúan puramente por motivos políticos" con el objetivo de forzarle a dimitir. Y mientras, la oleada de protestas sociales continua creciendo, al sumarse el lunes una huelga de las autoridades municipales del país.
Israel casi no ha sentido la crisis financiera internacional y apenas tiene un 5,7% de paro, pero su modelo de crecimiento de la última década ha aumentado la brecha entre ricos y pobres (una de las mayores de la OCDE), con sueldos precarios, viviendas cada vez más caras y familias desfavorecidas pese a contar con un salario. De momento, el primer ministro ha evitado otra subida de precios que pudiera generar más conflicto con una decisión que costará a las arcas públicas 16,2 millones de euros. Netanyahu decidió reducir las tasas sobre la gasolina en 30 agorot (6 céntimos de euro) por litro durante un mes, a fin de neutralizar una subida equivalente al importe del combustible que Israel está obligada a aplicar por el aumento de los precios globales.