nuria ferragutcasas
MISIÓN, ahora sí, cumplida: Osama bin Laden está muerto. Estados Unidos consiguió el pasado domingo consumar su venjanza contra el autor intelectual del ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York tras casi diez años de espera. Sin embargo, esta victoria es tan sólo un punto seguido en la guerra contra el terrorismo. Todavía quedan "tiempos difíciles por delante", aseguró el presidente Barack Obama ante un grupo de soldados recién regresados de Afganistán. La desaparición del líder de Al-Qaeda, según él, es la prueba de que su estrategia en el país asiático está funcionando y por eso mantiene el proyecto de iniciar la retirada paulatina de tropas este mismo mes de julio.
Obama tiene ahora las manos menos atadas para llevar a cabo sus objetivo de completar el repliegue en 2014. La muerte de Bin Laden por parte de fuerzas estadounidenses ha mejorado la credibilidad de la política exterior del presidente tras meses de críticas por su actitud ante las revueltas en el norte de África y en Oriente Medio y su falta de liderazgo en la intervención de la OTAN en Libia. De repente, el país vuelve a confiar en él. Un 67% de los ciudadanos estadounidenses aprueba sus acciones en la guerra contra el terrorismo, y un 58% lo hace respecto a la guerra de Afganistán. Los analistas políticos aseguran que su popularidad aupada por el éxito de la operación no durará demasiado aunque la mejora de su imagen como líder fuerte puede consolidarse.
conflicto costoso La guerra de Afganistán empezó en 2001 con el objetivo de encontrar a Osama bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda para llevarlos a juicio, y derrocar al régimen Talibán que apoyaba y daba refugio y cobertura a la organización terrorista. En los últimos diez años, las tropas de Estados Unidos han crecido hasta 100.000 soldados, además de decenas de miles de las fuerzas aliadas, y el coste anual de la guerra alcanza los 100 mil millones de dólares.
Una lucha larga, ruinosa en tiempos de crisis e impopular. Por estas razones, hace más de un año, el presidente norteamericano afirmó: "Estados Unidos no quiere una lucha sin fin en Afganistan".
La muerte de Bin Laden ha provocado que algunos congresistas demócratas pidan al presidente Obama un repliegue de las tropas más rápido. Además se espera que durante los próximos meses crezca aún más la oposición a la guerra entre los ciudadanos estadounidenses.
Algunos analistas como James Carafano, del think tank conservador Heritage Foundation, aseguran que la retirada de las tropas de EE.UU. dinamitará la frágil estabilidad conseguida en los últimos meses en Afganistán. "Un repliegue de militares ahora sería la acción más insensata que puede hacer los Estados Unidos", asegura Carafano, que opina que la guerra todavía no se ha ganado. El experto del Consejo de Asuntos Exteriores, Max Boot, afirma que el control de Afganistán es "vital" en la lucha contra el terrorismo. "La muerte de Bin Laden es un duro golpe para Al Qaeda pero sea cual sea el destino de la organización, otros grupos terroristas islamistas seguirán", explica. Para Caroline Wadhams, analista del Centro por el Progreso de América, la nueva situación ofrece la posibilidad de una negociación política para acabar con la guerra. Wadham cree que "si los líderes afganos y paquistaníes hacen reformas políticas esenciales para conseguir la paz, entonces Estados Unidos debería reducir su apoyo financiero y militar, y reducir su presencia a un ritmo más rápido que el actual calendario 2014".
Con la desaparición de Bin Laden, algunos analistas ven ahora la posibilidad de entablar negociaciones con los talibanes para poner fin al conflicto. Una promesa firme de los líderes talibanes, o por lo menos de la mayoría de ellos, de no ofrecer refugio a Al Qaeda permitiría a los Estados Unidos una salida más rápida del país.
Durante años, el gran objetivo de Bin Laden fue recrear el antiguo califato islámico. Sin embargo, las protestas árabes en el norte de África y Oriente Medio, lideradas por una mayoría de jóvenes, han dado la espalda a Al Qaeda y a sus pretensiones. Los talibanes podrían hacer lo mismo. Sus objetivos són diferentes: recuperar el poder y expulsar a las fuerzas extranjeras de su país.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, cree que sin Bin Laden hay más probabilidades de llegar a un acuerdo con los talibanes en Afganistán, ya que no tienen ningún gran líder para apoyar. "Deben entrar en el proceso político, denunciar a Al Qaeda, renunciar a la violencia y cumplir con las leyes y la constitución de Afganistán", aseguró esta pasada semana. Por otra parte, el jefe de Seguridad Nacional, John Brennan afirmó que para resolver el conflicto y evitar que el país asiático sea refugio de terroristas es necesaria la ayuda de Pakistán.
tensiones en pakistán Sin embargo, las relaciones entre Pakistán y Estados Unidos no atraviesan su mejor momento. Las tensiones han aumentado entre ambos países tras la operación de las fuerzas militares estadounidenses para la liquidación de Bin Laden en el territorio paquistaní. Además Islamabad está molesto por las insinuaciones de los medios de comunicación norteamericanos que afirman que Pakistan o sus servicios secretos tenían conocimiento del paradero de Bin Laden, que vivía en una mansión en Abbottabad, a cien metros de una base militar. El jefe del Ejército pakistaní, Ashfaq Pervez Kiyani, advirtió el pasado martes de que si Estados Unidos viola de nuevo su soberanía con otra operación como la que acabó con la vida de Osama Bin Laden, Pakistán revisará su "cooperación" militar y de inteligencia con Washington.
Daniel Markey, experto en países del sur del continente asiático, afirma que a pesar del clima de desconfianza imperante, Estados Unidos y Pakistán están obligados a entenderse. Para Washington, la cooperación paquistaní en la lucha contra el terrorismo es esencial. Además, Pakistan podría ser un gran aliado en un posible proceso político con los talibanes. Por su parte, las autoridades paquistaníes no quieren renunciar a las millonarias ayudas estadounidenses que reciben cada año. Los Estados Unidos han dado casi 20.000 millones de dólares a Pakistán desde que se produjeron los ataques del 11-S. El primer objetivo para el presidente Obama será mejorar estas relaciones para conseguir la estabilidad necesaria en la región que le permita iniciar el repliegue de las tropas que prometió.
Nuevo secretario de defensa