En Sudán, donde el líder de Al Qaeda vivió varios años a principios de la década de los 90, el silencio del Gobierno en las últimas 48 horas casa con el descontento de parte de la población por las formas de la muerte. El diario 'Al Jareeda' publicó ayer en portada la reacción de varios parlamentarios, que jalearon el nombre de la cabeza pensante de los atentados del 11-S y lo tildaron de mártir. Su director, Mohammed Awad, explicó ayer a este diario el sentir del antiguo país de acogida de Bin Laden: "Alegría por su muerte no hay. Las celebraciones de los americanos incluso se ven como un acto de humillación. Mucha gente cree que debía pagar por sus actos de terror, pero se preguntan quién juzgará a los estadounidenses por el terror que han causado en Afganistán o Irak". El anuncio de Washington de que han lanzado el cuerpo al mar ha acabado de encender los ánimos. Aunque sin quemarlo todo. "En Sudán hay un sentimiento de simpatía hacía su figura pero no llega al punto de ser apoyo abierto. La mayoría de gente sabe diferenciar entre la rabia por un acto de baja moral como arrojarlo al océano y el apoyo a sus actos terroristas", explica.
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