SIMON no tiene ni idea de economía, pero su camiseta habla por él. Vende artesanía hecha con alambres en las calles de Johannesburgo y viste una elástica falsa del Real Madrid. Simon se gastó unos cinco euros, una fortuna para él, para apoyar a su equipo favorito. La etiqueta avisa del origen del fraude, Made in China, pero no solo. La camiseta blanca también advierte de que las cosas están cambiando en el continente africano.

Sudáfrica participó el jueves en su primera cumbre BRIC de potencias emergentes del mundo en el que era, además, su estreno como miembro de pleno derecho después de su inclusión en el grupo en diciembre. El BRIC -suena como brick, ladrillo en inglés- es acrónimo de las economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China, y suma ahora la ese de Sudáfrica. El BRIC ya es BRICS. La relación llevaba carrerilla -en 2009, China adelantó a EE.UU. como primer socio comercial de Sudáfrica-, pero la reunión de los presidentes es mucho más que un encuentro de países que quieren hacer negocios juntos. El presidente sudafricano, Jacob Zuma, advirtió el jueves de que también se trata de política: "Nuestra presencia aquí subraya el nuevo orden del mundo".

El director de la división económica de Standard Bank (SB), el sudafricano Golam Ballim, piensa igual. "La inclusión de Sudáfrica tiene un significado geopolítico porque no solo legitima su importancia como primera economía del continente. Con este gesto, el BRIC apuntala el creciente rol de los poderes emergentes y eleva la voz de los países en crecimiento", señaló. La fuerza del quinteto -representa el 43% de la población mundial y casi el 20% del PIB del planeta- irá a más. Según un informe de SB, en tres décadas China, India, Brasil y Rusia serán la segunda, cuarta, séptima y octava economías del mundo, respectivamente. Algunos analistas creen que China, incluso, le quitará el primer puesto a EEUU. Aunque no se opone a la preferencia por un mundo multipolar del BRICS, Washington ve con cierta inquietud algunas similitudes del quinteto. El grupo no comparte el antagonismo estadounidense respecto a Irán, no ve con entusiasmo las intervenciones extranjeras en Medio Oriente, Asia central o el norte de África -Brasil, India, China y Rusia se abstuvieron en la votación para que la ONU interviniera en Libia- y amenazan la hegemonía del dólar como divisa de las reservas mundiales.

Sus demandas El BRICS demostró el jueves que sabe de su músculo y no le va a temblar el pulso para hacerse oír. Tras la cumbre celebrada en la ciudad china de Sanya, el quinteto escribió la lista de sus demandas: pidió un sistema monetario mundial menos dependiente del dólar y mayor poder de decisión e influencia en las instituciones internacionales. Actualmente, los cinco tienen sillones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aunque solo China y Rusia de forma permanente.

Desde el bando sudafricano, la unión al grupo de países emergentes se ve como la gran oportunidad. Según el economista y experto en desarrollo Vijay Mahajan es, además, una responsabilidad. "A Sudáfrica le han reconocido su poder y es una forma de decirle a África 'lo estás haciendo bien y queremos seguir haciendo negocios juntos'. Pero no es a Sudáfrica, es a toda África subsahariana", asegura en conversación telefónica.

Desde 2000 a 2008, los intercambios comerciales entre el BRIC y África pasaron de 22.300 millones de dólares a 166.000 millones. Siete veces más. Mahajan recoge la rotundidad de las cifras para crear un paralelismo esclarecedor: "Sudáfrica probablemente jugará el mismo rol que Singapur en Asia hace 30 años. Muchas multinacionales vieron en Singapur, que gozaba de infraestructuras, fuerza económica y comunicaciones adecuadas, como la puerta de entrada del mercado asiático; ocurrirá igual con Sudáfrica", opina.

Esta semana, Zuma abogó por que los africanos vayan todos a una. "África ya tiene la proyección de la tercera economía con el crecimiento más rápido del mundo y los países del BRICS constituyen los mayores socios comerciales del continente y sus principales nuevos inversores. Estas relaciones económicas se reforzarán cuando África avance hacia una integración económica regional", apuntó.

El mercado africano Además, el mercado africano es un bombón. Con la mayoría de países del continente en expansión -seis de las diez economías del planeta que crecieron más en la última década eran africanas-, el continente no solo goza de recursos naturales para ser la gasolina de los cuatro gigantes emergentes, también es un mercado enorme de compradores para sus productos. Según las Naciones Unidas, los 900 millones de africanos serán 2.000 millones en 2050. Aunque la mayoría de africanos es de bolsillo más que discreto, se abre paso una incipiente clase media. Para Mahajan, "en el mundo, 5.000 millones de personas viven en países subdesarrollados y casi 1.000 millones son africanos. Hay en África una clase consumidora de 400 millones de personas ávida de productos y servicios. Baratos, sí, pero es que el mercado es enorme", explica.

Luego están las grandes obras. Sudán del Sur, que votó por independizarse del norte en enero, es el espejo de esa necesidad. Trufada de petróleo, apenas tiene 60 kilómetros de carreteras asfaltadas en una extensión similar a la de Francia. Y es solo un ejemplo. Zuma puso en números las oportunidades de negocio de África: "En los próximos diez años, África necesitará 480.000 millones de dólares para desarrollo de infraestructuras, lo que debería interesar al BRIC". Sus socios de Pekín, Moscú, Nueva Delhi y Brasilia tomaron buena nota.

los estantes de Lesotho El principal supermercado de Mokothlong es una prueba de que China ha llegado a África para quedarse. En los estantes, se mezclan cajas y objetos con letras chinas con comida y algo de ropa. La ciudad, que es en realidad una suerte de pueblo perdido en el este de Lesotho, un país montañoso en medio de Sudáfrica, apenas tiene media docena de tiendas de comestibles. Sam -su nombre "africano", decía el pasado invierno- creyó ver en esa poca competencia su oportunidad. Hace cuatro años dejó su China natal para ganarse la vida en África. Y aprendió en seguida las prioridades: aunque apenas entiende una palabra de inglés, desde la caja registradora saluda y da las gracias en perfecto seshoto a sus clientes, prácticamente todos locales.

Su mano izquierda para los negocios es la de su país. En apenas seis años, el comercio bilateral entre África y China pasó de generar 4.000 millones a 100.000 millones. Solo China, que ya es el segundo socio comercial del continente después de Estados Unidos, supone el 65% de las importaciones del BRIC a África. Pero la presencia de Sam en Lesotho indica que no todo son grandes cifras -ni compra de recursos naturales- en las relaciones chinoafricanas.

Según China EXIM Bank, unas 800 compañías chinas operaban en África en el año 2006, de las que un 85% eran pequeñas o medias empresas privadas. Todo el continente se ha llenado de productos chinos que se ajustan más a la cartera del africano medio.