Tokio. Japón prohibió ayer la distribución de algunos alimentos procedentes de Fukushima y tres provincias colindantes, tras detectar que están contaminados por la radiación procedente de la planta nuclear dañada por el devastador terremoto del día 11.
Mientras en la central nuclear 1 de Fukushima (Daiichi) continúan sin tregua los esfuerzos para controlar la temperatura de sus reactores, la radiactividad en la zona se extendió a algunos alimentos como la leche, las espinacas o una verdura local similar conocida como kakina.
El descubrimiento desató la alarma entre los consumidores pese a que el Gobierno insiste en que el nivel de radiación, si bien está por encima de los límites legales, no es dañina para la salud excepto si los alimentos se consumen de forma prolongada. Como medida "de precaución" se restringió la distribución de leche, espinacas y kakina procedente de Fukushima, y en las provincias vecinas de Ibaraki, Gunma y Tochigi se limitó la venta de estas dos últimas verduras.
mediciones diarias Los problemas con los reactores de la central nuclear de Fukushima 1, cuyo sistema de refrigeración quedó dañado por el terremoto y el tsunami, no ceden y obligan a medir a diario en toda la zona los niveles de radiactividad, que según el Gobierno no han aumentado.
Los controles han detectado la existencia de sustancias radiactivas en el agua de nueve provincias, incluida Tokio, la capital, aunque también en este caso las autoridades insisten en que los niveles están muy por debajo de los límites y no representan peligro.
La única excepción se da en la propia provincia de Fukushima, donde las autoridades recomiendan no beber agua corriente.
Ahora mismo, la principal preocupación es controlar los reactores de Fukushima, especialmente las unidades 2, 3 y 4, a través del vertido de agua para enfriarlas y del restablecimiento del suministro eléctrico.
A primera hora de ayer se retomó el lanzamiento de agua al reactor 4, cuya situación sigue siendo seria, pero mejoró en las últimas horas.
Los helicópteros comprobaron que en la piscina que almacena las barras de combustible de ese reactor todavía quedaría agua que, según expertos consultados por la televisión pública NHK, estaría a unos 42 grados centígrados. La temperatura normal es de entre 30 y 40 grados, por lo que es muy importante que continúen las inyecciones de agua para evitar el sobrecalentamiento, según sostienen los especialistas.
Los operarios sufrieron ayer varios sobresaltos al detectarse humo en las unidades 2 y 3. En el primer caso, la zona del reactor fue evacuada temporalmente, aunque la alarma cesó al comprobarse que el humo remitía y la radiactividad no había aumentado.
También en el reactor 3, que se cree tiene el núcleo parcialmente fundido, se detectó una columna que en un principio se temió fuese humo del combustible atómico, pero que TEPCO indicó que podría ser simplemente vapor.
Un portavoz de la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, Hidehiko Nishiyama, dijo que mientras se investiga el origen del humo se detuvieron los esfuerzos para tratar de restablecer la electricidad en esas unidades.
Se esperaba que ayer llegase electricidad al reactor 2 para reactivar su sistema de ventilación y algunos aparatos, pero ahora la operación se retrasará al menos un día, según el portavoz.
viena. El director general del OIEA, Yukiya Amano, reconoció ayer que tras el accidente nuclear de Fukushima se deben revisar los estándares de seguridad y el actual esquema de respuesta internacional en caso de emergencias.
En su discurso de apertura de una reunión extraordinaria de la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Amano dijo que el actual marco de respuesta "fue diseñado tras el desastre de Chernobil en 1986, antes de la revolución de las tecnologías de la información".
Por eso, agregó, "el papel del organismo en la seguridad nuclear debería ser reexaminado, junto con el rol de los estándares de Seguridad (del OIEA)".
Amano trató así responder a las recientes críticas de medios de comunicación y de varios países miembros del OIEA a una falta de acción inmediata y a la opacidad de información de la agencia nuclear de la ONU sobre lo sucedido en Fukushima.
Amano fue tajante al decir que se debe "aprender las lecciones" del accidente de Fukushima y endurecer las normas de seguridad. Eso sí, no precisó qué aspectos del régimen internacional de seguridad nuclear deben ser revisados.
En cualquier caso, reconoció que será "difícil" lograr que los estados miembros del OIEA acepten que esas medidas sean vinculantes y obligatorias, en referencia indirecta a las presiones políticas que existen en ese ámbito.
Pese a ello, insistió en que hay que "revisar de nuevo las normas de seguridad, una vez que el accidente haya pasado", un proceso de estudio que, dijo, no puede demorarse demasiado.
Amano trató así de responder a las recientes críticas de medios de comunicación y de varios países miembros del OIEA a la falta de acción inmediata y a la opacidad de información de la agencia nuclear de la ONU sobre lo sucedido en Fukushima.