RIKUZENTAKATA. Varios millones de personas pasaron ayer su cuarta noche consecutiva sin agua, alimentos ni calefacción en la zona nororiental de Japón, la más afectada por el terremoto de 9 grados en la escala Richter que sacudió el país el pasado viernes.
Mientras tanto, la cifra de muertos sigue aumentando y según el último recuento policial al menos 1.897 personas fallecieron y 3.002 se encuentran desaparecidas. Hasta ayer, más de 550.000 personas fueron evacuadas por el terremoto y el posterior tsunami. La agencia local Kyodo informó de 5.000 víctimas entre muertos y desaparecidos, pero estos datos no fueron confirmados por el Gobierno, que contabiliza unos 15.000 rescatados.
Las autoridades de Miyagi, una de las zonas más afectadas, apuntan a unas 9.500 personas sin localizar sólo en el pueblo de Minamisaniku, la mitad de su población, aunque no se descarta que se refugiaran en pueblos cercanos. En la costa de esta provincia se hallaron unos 2.000 cadáveres, y otros 200 o 300 cuerpos fueron localizados en su capital, Sendai, según Kyodo. Tampoco se conoce el paradero de otros 8.000 residentes del pueblo costero de Otsuchi, en la provincia de Iwate. Unos 100.000 militares japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes entre las ruinas de edificios o arrastrados mar adentro por el tsunami. La crisis humanitaria se reproduce en diferentes frentes, desde el aumento de niños huérfanos, hasta la escasez de productos básicos como agua, alimentos, gasolina y electricidad, pasando por el colapso de los aseos en los refugios y la falta de cuidados a los heridos. En la isla de Honshu, en el noreste del país, muchas de las carreteras, ferrocarriles y puertos y el suministro eléctrico quedaron destrozados por el movimiento sísmico, lo que dificulta la llegada de ayuda humanitaria. El Gobierno japonés ha movilizado a 100.000 soldados para entregar alimentos, agua y combustible, mientras que unos 70 países han ofrecido su asistencia para paliar los efectos del temblor.
En las zonas afectadas por el terremoto, cientos de miembros de equipos de rescate internacionales trabajan para ayudar a las víctimas. "La gente está exhausta tanto física como mentalmente", advirtió Yasunobu Sasaki, director de una escuela convertida en refugio en Rikuzentakata, una localidad de unas 24.500 personas en Iwate.
De momento, el corazón de Tokio no se ha visto incluido en los cortes eléctricos pero, al haber pasado en áreas inmediatamente contiguas, muchos trenes de cercanías con destino a la capital no funcionaron o sufrieron importantes retrasos durante la jornada de ayer.
La previsión de lluvia y nieve en algunas regiones para mañana hace más urgente la asistencia a los damnificados.