TOKIO. Los bomberos encontraron a la señora sentada pacientemente en lo que queda del pasillo de su casa destruida, donde, según aseguró, llevaba esperando desde que ocurrió el seísmo.

La mujer se encontraba en buen estado de salud, aunque fue hospitalizada por precaución, según Kyodo.

El pasado domingo, un hombre de 70 años que había sido arrastrado mar adentro por la ola gigante de diez metros de altura fue salvado por un patrullero que lo localizó agarrado a una madera flotante a quince kilómetros de tierra firme en la provincia de Fukushima.

Al menos 2.722 personas han muerto y 3.742 están desaparecidas a causa del temblor y la ola gigante, según el último recuento de la Policía.

Las autoridades niponas creen que la cifra final de víctimas será mucho mayor, puesto que en algunos municipios afectados podría haber algunos miles de víctimas todavía no contabilizadas.

Unos 100.000 militares japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por el tsunami.

Más de medio millón de refugiados en la costa oriental de la isla de Honshu llevan cuatro días durmiendo a oscuras y sin agua potable en la mayor crisis sufrida por Japón desde la II Guerra Mundial.