EL CAIRO. Si hay algo que está marcando la revuelta popular en Egipto es el humor que, como símbolo de la identidad nacional, está presente en chistes, lemas y pancartas como la que dice: "Leche entera Mubarak, fecha de caducidad 25/01/2011".

El cartel, con un cartón de leche dibujado con la cara del presidente en rotulador azul, lo lleva el hijo pequeño del ingeniero agrónomo Mohamed Sherid, que se ha unido a las protestas, iniciadas el pasado día 25, en la plaza Tahrir de El Cairo.

"Es la naturaleza del pueblo egipcio: pese a esta desgracia usamos las bromas. Es necesario por todo lo que pasa, cuanto más nos presionan, más bromeamos", explicó a Efe Sherid, quien no tiene miedo de ir con sus hijos a la plaza, centro de las protestas, pero también de choques entre partidarios y detractores de Mubarak.

Y es que, a pesar de los disturbios recientes, ocurridos sobre todo al atardecer, durante el día llama la atención en la plaza la presencia de familias con niños y el ambiente casi festivo, e incluso a veces carnavlesco que se vive.

Un poco más allá de donde Sherid y sus hijos están sentados, un grupo de hombres baila en corro al ritmo de una canción que inventa un poeta sobre la marcha y que la multitud de alrededor repite entusiasmada.

"Treinta años y tú (Mubarak) sigues en el poder, y nosotros nos hemos cansado. Si te quedas aquí, todos nosotros nos iremos", improvisa el poeta, que pronuncia versos en árabe.

Otros carteles que se observan en la plaza son "Mubarak, game over (se acabó el juego)", "Háblenle en hebreo porque no entiende árabe", "Vete ahora que me quiero ir a casa a duchar, que llevo días sin ducharme", o uno que porta un joven con pañuelo palestino con una caricatura del rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz, mirando un reloj.

"Mubarak tarda en llegar", reza el mensaje de la pancarta, en alusión a la reciente huida al reino saudí del derrocado presidente de Túnez, Zine el Abidine ben Ali, y que invita al jefe de Estado egipcio a hacer lo mismo.

Junto a ese póster se encuentra la funcionaria Imán Abdalá que señaló a Efe que el humor egipcio, famoso en el mundo árabe, "es un don" de sus compatriotas.

"Nosotros nos reímos por naturaleza y eso lo estamos utilizando ahora", apuntó Abdalá.

El humor ha llegado hasta las tiendas de campaña donde se alojan algunos manifestantes en Tahrir, bautizadas con nombres como "Pensión hurriya (libertad, en árabe)" o "Base Manufiya", referida al pueblo de origen de sus moradores.

No muy lejos de las jaimas pasea Basam al Jadari con un cartón pegado con celofán a su jersey donde se lee: "Se pide un plan para que el burro entienda".

Al Jadari, que lleva en la plaza desde el primer día, muestra a Efe orgulloso una libreta donde anota las poesías y rimas graciosas que escucha.

"Es para poder contárselo a mis hijos -indicó Al Jadari-. Escribo para poder cambiar el mundo".

En su cuaderno hay apuntadas frases como "Mubarak, alt delete", en alusión a teclas del ordenador, o "Que se vaya el presidente loco".

Para el escritor y autor teatral Mohamed Sanati, "el humor egipcio está desempeñando un papel importante (en las revueltas) porque está muy arraigado en la historia del pueblo".

"Es algo que está en la identidad nacional y viene de antiguo. En los tiempos de la ocupación británica, los niños hacían chistes y mofas de los ingleses", recordó.

Sanati subrayó que lo que diferencia al humor egipcio de otros "es que aquí la gente dice las cosas, se ríe, pero luego al mismo tiempo puede llorar".

Y ello se refleja en la plaza Tahrir, donde tan pronto hay un jolgorio general como de repente hay tensión y enfrentamientos con los partidarios del presidente.

La poesía, muy arraigada en la cultura árabe, también juega un rol esencial como los chistes, "que sirven para crear conciencia y hacen pensar a la gente en su intencionalidad", opinó el escritor.

Y evocó al hombre con el cabello largo que vio en Tahrir el otro día que gritaba que se fuera Mubarak porque, si no, no se podía cortar el pelo.