EL CAIRO. El centro de la ciudad, donde se congregan decenas de miles de manifestantes, está controlado exclusivamente por las tropas del Ejército, mientras que la policía vigila sólo algunos puntos determinados.
A la plaza Tahrir (Liberación, en árabe), acuden desde distintos puntos de la ciudad grupos multitudinarios con pancartas críticas con el régimen de Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.
Muchos jóvenes coreaba lemas contra el Gobierno egipcio y contra Mubarak, al que pedían que abandone el poder, mientras cruzaban uno de los puentes que comunican el centro de la capital con los barrios de la orilla opuesta del Nilo.
El corazón de El Cairo, símbolo de las protestas políticas que comenzaron el pasado martes, vive un ambiente festivo ante la ausencia policial.
Los militares, al contrario que las fuerzas policiales, son bien recibidos por los manifestantes, que no dudan en hacerse fotos con ellos y subirse a las tanquetas.
Todo ello, a pesar de que las autoridades egipcias adelantaron en dos horas el toque de queda, que fue decretado ayer por primera vez en la historia reciente del país.