Madrid. Los activistas españoles Javier Sopeña y Silvia García, de la organización Sáhara Thawra, denunciaron ayer tras su regreso de El Aaiún la "extrema violencia" que empleó el Ejército marroquí durante el desalojo del campamento Gdeim Izik el pasado 8 de noviembre y criticaron al Gobierno español por su falta de contundencia a la hora de condenar esos hechos. "Queremos denunciar claramente la falta de posicionamiento", dijo Silvia García.

"El campamento ha sido arrasado, entran en las casas de El Aaiún y detienen a los saharauis que participaron en el campamento o en las protestas, expulsan a periodistas, y nada. Falta contundencia. Digan algo, condenen de una vez el crimen de Marruecos", sentenció García.

Los activistas lograron salir el domingo de la capital del Sáhara ocupado tras varios días ocultos en casas de saharauis por miedo a las represalias marroquíes. "No querían echarnos, querían matarnos", aseguró García, quien relató cómo un periodista estadounidense fue golpeado al creer que era español. "Luego la Policía se disculpó y le explicó que le habían confundido con un español", indicó.

Ambos activistas decidieron abandonar El Aaiún aprovechando la protección que les brindó la diplomacia española. "No teníamos claro qué hacer. En principio queríamos seguir informando, pero era imposible. No era sólo por nuestra seguridad, sino por la de los saharauis que nos ayudaron", relataron.

experiencia En cuanto al desalojo del campamento, los activistas explicaron que los saharauis organizaron una resistencia, "pero no tenían armas y los militares marroquíes operaban en grupos de cientos", por lo que pronto se vieron superados. García quedó aislada junto a un grupo de mujeres y algunos jóvenes en uno de los pocos edificios de adobe de Gdeim Izik: "Quedamos rodeados. Intentaron entrar rompiendo las ventanas. Cuando entraron, sacaron a las mujeres, unas 50, y metieron a la decena de jóvenes saharauis en un cuarto. Los sacaban uno a uno y los reventaban antes de subirlos inconscientes a un coche (...). Dos días después supimos que estaban en un cuartel del Ejército", dijo.

Sopeña vivió por separado el desalojo, la batalla campal entre los saharauis y las fuerzas de seguridad marroquíes. "Era imposible que no te dieran las piedras", que también empleaban los militares marroquíes. "Sólo se veía barro, sangre y mierda", sentenció. Una vez desmantelado el campamento, ambos tuvieron que recorrer a pie y tratando de ocultar su identidad los aproximadamente 12 kilómetros que separan Gdeim Izik de El Aaiún.