kabul. Amnistiados en virtud de una ley que ellos mismos aprobaron, los llamados señores de la guerra afganos han logrado reciclarse para la democracia y casi con seguridad volverán a dominar el Parlamento, según coinciden analistas y activistas. El escrutinio de los votos emitidos en las legislativas del pasado sábado continuaba ayer, pero se da por sentado que los ex muyahidines afganos que han vuelto a concurrir obtendrán el escaño deseado y mantendrán intacta su influencia.

Entre los 2.500 candidatos para los 249 escaños de la Wolesi Jirga figuraban el 90% de los diputados salientes. La Comisión Electoral descalificó sólo a 36 aspirantes por "vínculos con grupos armados ilegales". "La gente a la que nuestra ley permite presentarse lo hace de acuerdo con ella, y nosotros no podemos hacer nada que vaya en contra de esa ley", expuso el jefe de la Comisión Electoral, Fazal Manawi.

Se presentaron a los comicios notorios señores de la guerra como Abdul Rasul Sayyaf, el mulá Ezat, Sayed Hussain Anwari, Amanullah Guzar o Mohammad Mohaqiq, considerados responsables de las muertes de cientos de civiles durante las décadas de conflicto. Otros muchos candidatos ex muyahidines carecen de su dimensión internacional, pero gozan de gran poder.

la historia Afganistán "es la tierra de la yihad (guerra santa), y los yihadíes son la gente que rescató al país de la ocupación de la URSS. Tienen derecho a presentarse a las elecciones y su existencia es buena para el pueblo", aseguró Mohaqiq.

Tras la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán en 1989 y la caída del régimen comunista de Mohamed Nayibulá en 1992, los muyahidines se enzarzaron en una sangrienta guerra civil recordada con horror por la población afgana, con combates que duraron años protagonizados por múltiples facciones en plenas calles de Kabul. "En aquella época era un todos contra todos: pastunes contra hazaras, hazaras contra tayikos. Los combates eran diarios. Todavía pueden conseguirse vídeos de algunos señores de la guerra matando a gente", afirmó un estudiante de la capital.

Los muyahidines fueron barridos de Kabul por los talibanes en 1996, pero la caída de ese régimen en 2001 a raíz de la invasión estadounidense dejó a los primeros como los únicos actores políticos de cierto peso para acompañar la transición. La mayoría de ellos vieron su oportunidad de regresar al poder de la mano de las tropas internacionales y se embarcaron en un proyecto político, el sistema democrático, ajeno a la tradición histórica y la conservadora sociedad afgana.

Algunos ostentan cargos en el Gobierno y otros se acomodaron en el Parlamento, donde aprobaron en 2007 una controvertida Ley de Reconciliación que amnistía a los que cometieron crímenes durante las guerras afganas y que el presidente Hamid Karzai firmó este año, pese a que se había comprometido a no hacerlo por las críticas de organizaciones de derechos humanos.