MADRID. Más de 1.000 millones de personas en 100 países están directamente amenazadas por el fenómeno de la desertificación, según un informe de la ONU publicado este lunes, que culpa de ello al cambio climático, a técnicas agrícolas intensivas y al mal uso de los recursos hídricos.

"La continua degradación de las tierras --ya sea a consecuencia del cambio climático, de métodos agrícolas no sostenibles o de la sobreexplotación de los recursos hídricos-- es una amenaza para la seguridad alimentaria", afirma el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon , en un comunicado recogido por el Centro de Noticias de Naciones Unidas.

De acuerdo a cálculos de la ONU, cada año doce millones de hectáreas de tierra cultivable --el equivalente a la extensión de un país como Bulgaria, y que puede producir 20 millones de toneladas de grano anuales-- se degradan a consecuencia de la desertificación, lo que genera unas pérdidas de 42.000 millones de dólares anuales (unos 32.700 millones de euros).

Naciones Unidas define la desertificación como la degradación de las tierras de secano, que suponen en torno al 40 por ciento de la superficie terráquea y viven en ellas 2.100 millones de personas, en torno a un tercio de la humanidad.

En el informe, además, se afirma que un tercio de todas las cosechas que se cultivan en el mundo crecen en tierras de secano, así como la mitad de las cabezas de ganado.

CAMPAÑA DE LA ONU

Este lunes, por otro lado, la ONU ha lanzado en la localidad brasileña de Fortaleza una campaña para detener el fenómeno de la desertificación en todo el mundo.

La Asamblea General de la ONU ya decidió en 2007 que en la década comprendida entre 2010 y 2020 se llevarían a cabo una serie de esfuerzos para detener este fenómeno y conseguir un desarrollo sostenible.

Ban hizo un llamamiento en el comunicado antes citado a "intensificar los esfuerzos" para "cultivar sólo la tierra que necesitamos para alcanzar los Objetivos del Milenio y garantizar el bienestar de la humanidad"

El secretario general de la ONU afirmó que la desertificación tiene costes sociales muy altos, como son el incremento de los conflictos por los recursos naturales, las migraciones masivas o el riesgo de que se produzcan estallidos sociales de grandes dimensiones.