BRUSELAS. Bélgica despertó hoy aún más dividida y sumida en la incertidumbre tras la histórica victoria del partido nacionalista flamenco (N-VA), partidario de la independencia de Flandes, en un momento de importante crisis económica y a menos de tres semanas de asumir la presidencia rotatoria de la UE.

Las elecciones generales anticipadas celebradas ayer confirmaron el triunfo en el norte del país de la derecha nacionalista (N-VA), que logró 27 escaños en la Cámara, de un total de 150, mientras que en Valonia (sur francófono) el Partido Socialista (PS) logró el primer puesto (obtendría 26 escaños en la Cámara federal, 6 más que la actualidad).

Los grandes perdedores de estas elecciones fueron los liberales tanto flamencos (Open VLD) como francófonos (MR), que vieron retroceder sus posiciones en todo el país y probablemente quedarán fuera de la futura coalición gubernamental.

Los sondeos ya habían adelantado este reparto de fuerzas políticas en el país, aunque no el espectacular avance de los conservadores nacionalstas (N-VA) en Flandes, que sorprendió incluso a la propia formación.

Los medios belgas hablan hoy del "tsunami" provocado por la victoria del N-VA para describir el efecto cuanto menos inquietante de este resultado de cara al futuro y a la unidad del país.

Sin embargo, el líder de la N-VA, Bart De Wever, suavizó su discurso de manera inmediata al conocer los primeros resultados ayer y aseguró que la división de Bélgica no es algo que vaya a ocurrir en un día sino que se necesita una evolución.

De Wever se mostró decidido a formar primero una coalición dentro de Flandes y, a continuación, a negociar con los partidos francófonos del sur y quiso desmarcarse claramente del partido ultraderechista y separatista flamenco Vlaams Belang (VB).

"La diferencia entre tú y yo es que yo quiero negociar con los francófonos", espetó De Wever al líder del VB, Bruno Valkeniers, en un encendido debate televisado de la televisión pública flamenca VRT.

"Atreverse a cambiar es avanzar juntos", aseguró en esta misma cadena De Wever y recalcó que no tiene ningún interés en hacerse con el cargo de primer ministro sino en sacar adelante su programa político.

Desde Valonia (sur francófono del país), las afirmaciones de De Wever causan cierto recelo a una clase política acostumbrada a ejercer una dura oposición, aunque son muchas las voces que repiten con esperanza el proverbio "los extremos se tocan" para ilustrar la posibilidad de que nacionalistas flamencos y socialistas francófonos lleguen a entenderse.

"Una parte importante de los flamencos desea que nuestro país avance. Ese mensaje debe ser escuchado", afirmó el líder socialista francófono, Elio Di Rupo, durante su discurso de agradecimiento a sus votantes.

A pesar del vértigo que ha causado en todo el país el ascenso de inesperada magnitud del N-VA, nadie pierde de vista que supone un cambio de rumbo que quizá permita romper el bloqueo político de los últimos años.

Está por ver si soberanistas del norte y socialistas del sur consiguen superar sus marcadas diferencias ideológicas y formar un gobierno federal con rapidez, aunque todo hace pensar que el proceso será complicado y que Bélgica asumirá la próxima presidencia de la UE con un Ejecutivo en funciones.