Londres. En los días previos a la invasión de Irak en 2003, la inteligencia británica indicó que las fuerzas de Sadam Husein no tenían capacidad para utilizar armas de destrucción masiva, según un responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, que testificó ayer en la investigación oficial sobre las circunstancias que llevaron al Reino Unido a participar en la guerra. Otro responsable del Foreign Office dijo que su país descartó los vínculos del régimen iraquí con Al Qaeda, después de investigarlos "cuidadosamente" tras el 11-S.
En la segunda sesión pública de la investigación, la comisión se centró en las supuestas armas de destrucción masiva de Irak y la influencia que tuvieron en la decisión de Reino Unido de apoyar la invasión. A este respecto, el director general para Defensa e Inteligencia entre 2002 y 2004, William Ehrman, reveló que el 10 de marzo, diez días antes de la operación, "obtuvimos información de que las armas químicas habían sido desmontadas y de que Sadam no había ordenado montarlas todavía". Ehrman desveló que otras informaciones apuntaban a que Irak "carecía de ojivas capaces de dispersar los agentes", pero también dijo que la inteligencia era "contradictoria" y que, en cualquier caso, no considera que "invalidase la cuestión de que tuviera armas", sino que se refería más a "su uso". Asimismo, manifestó que fue una "sorpresa" que no se encontraran armas de destrucción masiva en Irak. "No era lo que habíamos esperado", reconoció. Uno de los argumentos esgrimidos para justificar la guerra es que Irak tenía armas de destrucción masiva listas para ser utilizadas en 45 minutos desde el momento en que se ordenara.
Preguntado por la ausencia de ese tipo de armas y qué llevó a Reino Unido a equivocarse, Ehrman indicó que una gran cantidad de información de inteligencia previa a la guerra sobre la producción de armas químicas y biológicas por parte de Irak resultó falsa posteriormente. Además, dijo que el hecho de que Sadam no quisiera revelar el estado de su arsenal por miedo a mostrarse "demasiado débil" frente a Irán dificultó más la situación. Otro testigo de la comisión, el director Antiproliferación del Ministerio de Asuntos Exteriores Británico entre 2001 y 2003, Tim Dowse, desveló que la mayoría de las pruebas que se manejaban apuntaban a que el programa de armamento químico y biológico iraquí había sido "destruido" en 1991.