Barcelona. El ex primer ministro ruso Mijaíl Kasiánov ha acusado a Vladímir Putin de instaurar un régimen con tintes "autoritarios", basado en un peculiar "capitalismo para sus amigos" en el que "no se protegen los derechos" de los emprendedores y sí se somete a una "gran presión" a la oposición democrática.
En una entrevista con la Agencia Efe, Kasiánov ha asegurado que el sistema político actual en Rusia "no puede llamarse democracia", puesto que "desde 2005 no hay elecciones libres, ni separación de poderes, ni un poder judicial independiente, ni unos medios de comunicación libres".
"Ni una sola característica de los Estados democráticos se da hoy en Rusia. Y en cierta medida sí aparecen algunas características de los regímenes dictatoriales", ha denunciado el líder de la Unión Popular Democrática, fuerza opositora rusa de ideología liberal.
Kasiánov (Moscú, 1958), que esta semana ha participado en el congreso del Partido de los Liberales Demócratas y Reformistas Europeos celebrado en Barcelona, fue primer ministro de Rusia durante el primer mandato presidencial de Putin, de 2000 a 2004.
En esos años, Kasiánov emprendió, con el beneplácito del entonces presidente Putin, un plan de reformas macroeconómicas con el que se ganó el respeto internacional al conseguir un crecimiento de cerca del 6% anual, una inflación contenida y un repunte del nivel de ingresos de la población.
Algunos analistas ya le situaban como el candidato liberal a suceder a Putin en la presidencia del país, pero la relación entre ambos se torció en 2004 y Kasiánov tuvo que salir del gobierno.
Desde entonces, según Kasiánov, Putin se ha dedicado a dar marcha atrás en las reformas y malograr los avances políticos y económicos.
Putin ha instaurado un "capitalismo para los amigos" que implica una "redistribución de propiedades" en favor de sus servidores más fieles, que acaparan los negocios más lucrativos: "en vez de animar el desarrollo de los negocios privados, ha establecido corporaciones estatales que han matado la competencia en determinados sectores".
El recorte de libertades, ha apuntado el ex primer ministro ruso, se hizo especialmente evidente a partir de 2005, cuando Putin cambió las leyes para constreñir al máximo el pluralismo político, hasta el punto de convertir a la oficialista Rusia Unida en prácticamente el único partido relevante del país.
"La oposición democrática tiene que soportar una gran presión de las autoridades. En general se utiliza cualquier pretexto para negar los permisos para registrar nuevos partidos democráticos. Y aunque estén oficialmente registrados, luego se recurre a la manipulación para impedir que se presenten a las elecciones", ha deplorado.
El propio Kasiánov fue descalificado de las presidenciales de 2008 por presuntas irregularidades en su documentación y no pudo disputarle así a Dmitri Medvédev la sucesión de Putin; en octubre pasado su partido fue vetado de las elecciones locales y regionales.
Medvédev accedió a la presidencia rusa en 2008 y Putin, obligado por la Constitución a dejar el cargo tras dos mandatos, decidió seguir moviendo los hilos del país, ahora como primer ministro.
"No tengo ninguna duda de que el verdadero jefe del equipo que dirige Rusia es Putin. Medvédev es sólo uno de sus colaboradores, que ha asumido temporalmente el puesto de presidente", ha afirmado.
Kasiánov se ha lamentado de las dificultades con las que se topa la oposición democrática para hacer llegar su mensaje crítico a los ciudadanos rusos: "no tenemos medios para comunicarnos con la gente.
Rusia continúa siendo un país donde domina la televisión. Internet no está suficientemente extendido para ser un medio influyente. Los dos canales de televisión que cubren el 95% del territorio ruso y muchas otras cadenas están fuertemente controladas por el Kremlin.
Nosotros no tenemos acceso. Así no podemos llegar a la audiencia".
Hay una razón que, según Kasiánov, explica la pasividad de los rusos ante los alarmantes signos de regresión democrática bajo el régimen de Putin: en la década de los noventa, con Borís Yeltsin, había pluralismo político y, a la vez, un deterioro económico y social que condenó a la miseria a millones de personas.
Esa combinación produjo un "efecto negativo sobre la gente de a pie", que se desinteresó por completo de la lucha por las libertades y en cierta medida vendió políticamente su alma para poder aspirar a mejorar su nivel de vida, como les prometía Putin: "Ese es el error.
A la larga, sin libertad no puede haber prosperidad", ha concluido.