Comprar un coche no es una decisión fácil de tomar. Más allá del importante desembolso de hacernos con el modelo que más nos guste o que nos podamos permitir hay que pensar también en los costes que nos va a generar a lo largo de su vida útil, y quizá el más notorio es el del combustible.

Es aquí cuando surge la pregunta que lleva asaltando a los conductores muchas décadas: ¿consume menos un coche con motor diésel u otro propulsado con gasolina? Y a esos dos clásicos sistemas se unen ahora también los híbridos y los eléctricos.

La respuesta habitual, la que la mayoría piensa, es que un diésel consume menos combustible que uno de gasolina, además de que el precio de ese carburante es inferior. Es cierto, y existen diferentes razones para que sea así, como explica el Real Automóvil Club de España (RACE).

Los cuatro tiempos del motor y sus importantes diferencias

La inmensa mayoría de los motores, sean gasolina o diésel, son de cuatro tiempos: admisión, compresión, combustión o explosión y escape, y las grandes diferencias entre ambos se encuentran en dos de esos tiempos, el segundo y el tercero.

Tras la admisión del aire, que es igual en ambos sistemas, su compresión es casi el doble en los motores diésel que en los de gasolina. Es ahí donde radica la primera diferencia, que se acentúa en el tercer tiempo, que en un motor de gasolina se llama explosión porque una chispa produce la explosión de la mezcla de aire y gasolina. En un diésel se llama combustión porque la mezcla se inflama gracias a la alta compresión, sin necesidad de que haya chispa de una bujía.

Y ahí está la clave de que los diésel consuman menos, ya que necesitan menos combustible para que prenda la mezcla, mueva los pistones y transmita la fuerza generada hasta las ruedas a través del cigüeñal. En dos coches con motores de igual potencia, el diésel gasta menos carburante al tener el gasóleo mucha más densidad energética que la gasolina. Además, el motor diésel trabaja a bastante más compresión, lo que mejora su rendimiento.

Por último, los motores diésel ofrecen un par motor mayor a bajas revoluciones. Eso les permite consumir menos combustible, especialmente conduciendo a una velocidad constante y con el coche cargado.

El diésel consume menos... pero encuentra más restricciones

Con todos esos datos, queda claro que, si la duda está entre elegir un coche con motor gasolina o diésel, conviene decantarse por este último si se van a realizar muchos kilómetros al año, especialmente por carretera. Eso sí, conviene estar atento a las normativas anticontaminación, que cada vez son más restrictivas con los vehículos que utilizan gasóleo para entrar en algunas ciudades, aunque esto resulta más preocupante para coches ya con unos cuantos años de vida y no para los nuevos.

Y todo ello centrando las miradas sólo en los coches con motores únicamente de combustión, porque los vehículos híbridos (enchufables o no, con sus diferencias) son una alternativa que incorpora un pequeño motor eléctrico y permite reducir los consumos de carburante, y otra son los eléctricos, con los que directamente no hay que repostar combustible.

No sólo depende del motor

En el consumo de combustible del coche, además del tipo y de las prestaciones del motor influyen otros factores:

La carga del coche: a más peso, más consumo.

La presión de los neumáticos: se consume más si la presión es más baja de la recomendada.

El tipo de conducción: la eficiente sale más barata que la deportiva.

El viento: si está en contra habrá que acelerar más y se gastará más.

La aerodinámica: con ventanillas o techo solar abierto, o con equipaje en el techo se consume más.

La orografía: si hay pendientes se gastará más combustible.

El mantenimiento del vehículo: no cumplir las revisiones puede hacer que no se detecten fugas o haya piezas defectuosas que deriven en un mayor consumo.