Tenemos a uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero rebanándose la sesera desde hace unos días. Resulta que el pequeño de sus nietos, un querubín que debe andar por los cinco años, le preguntó el otro día que qué disfraz se iba a poner su querido abuelo en Halloween, sobre todo pensando en la salida de la ikas, que el aitite hace de babysitter recogedor y el txiki va a salir de clase ya vestido de etiqueta. La preocupación del enano, al parecer, reside en la posible coincidencia de modelo con su abuelo, que esto debe ser como las bodas, está mal visto repetir vestimenta. Según nos ha contado su hijo, otro habitual de este antro nuestro, cuando el pequeño soltó la pregunta, con todo el aplomo que da la inocencia, el aitite debió de quedarse tan blanco que pensaron que le había dado una bajada de tensión. Pero no. Así que nuestro querido escanciador de café y otras sustancias, al igual que parte de lo colegas de barra, le llevan vacilando ya unos cuantos días proponiéndole alternativas de lo más disparatado. Aún así, ha hecho un trato con su nieto. Él se va a disfrazar de Sacamantecas el 31 de octubre a cambio de que el 1 de noviembre, el pequeño le acompañe a El Salvador a visitas a la abuela. Y el chiquillo, sin saber de qué va el traje de su abuelo, ha aceptado.