“Harvard ha estado contratando a casi todo wokes, radicales de izquierdas, idiotas y cerebritos capaces de enseñar el fracaso a los estudiantes y a los supuestos futuros líderes”. Donald Trump dixit. Leo estas declaraciones del inquilino de la Casa Blanca y me pregunto si habla de Harvard o de sí mismo. Pero Trump nos recuerda por qué las universidades han de ser espacios de libertad, pero de libertad de verdad, no de libertad como la entienden algunos –también a este lado del Atlántico–. “Muchos otros, como estos izquierdistas imbéciles –habla de los exalcaldes de Chicago y Nueva York Lightfoot y De Blasio–, enseñan en Harvard, y por eso, Harvard ya no puede considerarse ni siquiera un buen lugar de aprendizaje, y no debería figurar en ninguna lista de las mejores universidades del mundo. Harvard es una broma, enseña odio y estupidez, y ya no debería recibir fondos federales”, explica el inquilino de la Casa Blanca, dejando claro que su problema tiene que ver con eso que él denomina “izquierda”. Lo que Trump no dice es que su verdadero problema trasciende la izquierda o la derecha, simplemente le molesta y persigue a cualquiera que le contradiga. O conmigo o contra mí. Es una actitud muy común en estos tiempos. Y muy peligrosa.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
