Razón y justicia
La cita viene tan al pelo como su autor, el santo español Juan de la Cruz: “Bienaventurado el que, dejando aparte su gusto e inclinación, mira las cosas con razón y justicia para hacerlas”. Rectificar para que no se cumpla la misma pena en dos de los 27 Estados de la UE es de cajón, tanto como que los execrables delitos cometidos no quedan blanqueados cuando al condenado se le excarcela al alcanzar la estancia máxima en prisión o el plazo para lograr beneficios penitenciarios. Lógica jurídica frente a pulsión punitiva.
Desde la firme condena del terrorismo atroz y del resto de abyectas manifestaciones de la violencia de persecución, la reforma legal que acorta las condenas de despiadados miembros de ETA por contabilizarse el tiempo a la sombra en Francia no resulta un privilegio sino la aplicación en sus justos términos de la Decisión Marco de 2008 que el Gobierno de Rajoy conculcó en 2014 al vetar sus efectos para las sentencias dictadas con anterioridad al 15 de agosto de 2010. Una excepcionalidad ad hominem para los presos de ETA cuya preceptiva anulación embarga no obstante de la natural desazón a todas las víctimas por aflorar de nuevo su ingente dolor ante la brutalidad padecida. En este punto, y más allá de la adscripción ideológica de cada víctima –pues en absoluto conforman un todo monolítico–, el Gobierno español debería haberse conducido con mayor transparencia al margen de las deliberaciones de la comisión de Justicia del Congreso. Con afán pedagógico y argumentación técnica suficiente destinada a una ciudadanía adulta.
Bien entendido que PP y Vox bajo ningún concepto pueden esgrimir ocultación; de hecho, la equivalencia de los efectos jurídicos aparece subrayada en la exposición de motivos del informe que los diputados recibieron sobre el cambio legal antes de votarse. Documento que menciona expresamente la eliminación de las limitaciones introducidas en 2014 para una transposición normativa que, según denunció la bancada popular, llegaba dos años tarde. Es decir, el teorema del desconocimiento no cuela. Si acaso lo que ha mediado es un error de supervisión por unas dirigencias de PP y Vox conminadas a disculparse, aun sin ninguna capacidad legislativa de enmienda, pasto de la censura de colectivos de víctimas y medios afines. Con el recurso conjunto al tradicional manoseo del terrorismo pretérito, de nuevo utilizado como arma arrojadiza, si bien en particular el PP está atrapado en su propia trampa. De este laberinto difícilmente podrá salir sin sacrificar al chivo expiatorio que exige una Ayuso que ve a ETA “más fuerte que nunca”. Que se lo diga a quienes ya no miran bajo el coche cada día.
Casi tres lustros después del cese de ETA, lo sustancial resulta la admisión del daño causado, ojo, injustamente. Aderezada, más que por el perdón –que puede aceptarse o no–, por la deslegitimación de la violencia –matar estuvo mal, sin equiparaciones, ni equidistancias–, el reconocimiento y la reparación integral de todas las víctimas, la forja de una memoria crítica e inclusiva, más la defensa de los valores éticos y democráticos. Razón y justicia, sí.