Me encanta el deporte, últimamente más como espectador que como practicante. Cualquier disciplina merece mi atención si me topo con ella haciendo zapping. Tanto las competiciones como los audiovisuales relacionados con el deporte me atrapan. Además cada vez se realizan proyectos más interesantes. Pero no puedo negar que sobre todo sigo el fútbol y el baloncesto.
Me apasiona el deporte en general pero únicamente cada cuatro años me veo sentado frente al televisor vibrando con deportes como el atletismo, la gimnasia, la natación sincronizada, el judo o el waterpolo, entre otros. Me dejan absorto durante los Juegos y los ignoro por completo durante la Olimpiada.
Con la ceremonia de clausura de este domingo en París me sobrevino una sensación de vacío, consciente de que durante un largo tiempo me olvidaré de deportes apasionantes y de atletas que seguirán dejándose la piel en busca de la gloria sin el calor de los focos.
Me dejaré arrastrar por los deportes de masas y sus valores, en muchas ocasiones sepultados por el negocio que todo lo mancha y por titulares de prensa que en busca del impacto crean polémicas artificiales. Los Juegos hacen que no me olvide de lo bonito que es el deporte, que siempre regala historias emocionantes. Ya estoy esperando a que se encienda la llama en Los Ángeles.