En uno de los escenarios montados la semana pasada en Mendizabala se pudo leer una frase que define a la perfección la filosofía de muchos de los adeptos al mayor festival de rock de Vitoria y que hago propia: “Al Azkena se va y punto”. Yo ya tengo comprado el abono del año que viene, y es que no necesito conocer los nombres del próximo cartel para saber que los alaveses volveremos a tener la oportunidad de disfrutar en junio de 2025 de algunos de los mayores talentos del panorama musical en nuestra querida ciudad. Y cuando hablo de talentos no me refiero sólo a los conocidos cabezas de cartel, también a voces espectaculares sin el odioso autotune como la de Mavis Staples, a los creativos Glen Hansard, La Perra Blanco o Psychedelic Porn Crumpets, a bandas capaces de montar una juerga con un extintor y una gaita como The Real McKenzies o el mejor rock vasco con Brigade Loco o Lehendakaris Muertos. Siempre me marcho del festival con mi repertorio de Spotify renovado y con varias canciones que desconocía resonando en mi cabeza. Eventos como este o el Festival de Jazz son un oasis para los melómanos y todo un tesoro para la ciudad que merece la pena mantener pagando religiosamente la entrada. De los abusivos precios de la comida y la bebida hablaré otro día.