La vida es eso que pasa mientras deslizamos hacia abajo en la pantalla del móvil y pasamos de un meme de un perro a una cata de hamburguesas. Son publicaciones que consumimos en segundos, pero su suma nos hace perder muchos minutos e incluso horas al final del día. ¿Cuándo fue la última vez que leyó un libro durante una hora de forma ininterrumpida o que vio un programa de televisión o evento al completo sin revisar sus redes sociales? El móvil es una herramienta muy útil, pero también ha traído consigo muchos inconvenientes como la progresiva incapacidad de mantener la atención en un tema. Nos hemos acostumbrado a consumir contenido en píldoras y, vistos los buenos resultados de la ultraderecha en las elecciones europeas, creo que estos partidos son los que mejor están explotando este escenario, con el caso de Se Acabó la Fiesta como buen ejemplo de ello en España. Evidentemente, no es la única razón del auge de los extremos, pero la realidad es que temas cortos sin desarrollo de fondo como “fin al crimen”, “no a los políticos corruptos”, “salvemos a España”, “trabajo para todos” o “mejoremos la economía” calan fácil cuando no somos capaces de parar un momento y reflexionar sobre a dónde nos dirigimos antes de seguir deslizando.