Tenemos a uno de las nuevas generaciones de la clientela dando la matraca desde hace unos días cada vez que entra en nuestro amado templo del cortado mañanero. En nada empiezan las fiestas del barrio donde vive su madre y el muchacho está con un cabreo del 15 porque otra vez la buena señora va a estar no sé cuántos días soportando ruidos hasta las tantas. Cabría esperar que entre los viejillos el colega fuera a encontrar su particular grupo de apoyo, pero de eso nada, lleva recibiendo palos desde... Que si solo son tres días, que las calles están muertas, que eso no es ruido que es vida, que más molesta una guerra, que... Como aquí el colega le ha empezado a dar pena hasta a nuestro amado escanciador de café y otras sustancias, el barman ha intentado contraatacar con lo de “no diríais lo mismo si fuera debajo de vuestra casa”. Craso error. Entre los abuelos son muchos los que se comen casi cada día las algarabías de nuestro vecindario, que tenemos en la zona unos cuantos puntos estratégicos del jolgorio. Defienden los aitites que ya habrá tiempo de silencio cuando La Parca llame a filas y que todos vamos a tener una eternidad para descansar. Así que proponen incluso la realización de una verbena sin final al grito de “O los Joselu o muerte”. l