No estoy entre aquellos que consideran que Vitoria es una ciudad peligrosa ni creo que, por lo general, la ciudadanía tenga las alarmas encendidas en este sentido. Pero eso no quiere decir que no haya vecinos muy preocupados por repetirse en sus zonas de residencia los delitos y sucesos con mucha mayor asiduidad que en otros puntos del mapa gasteiztarra. En este sentido, si creo que existe un punto negro en Vitoria, no tengo duda alguna de que se sitúa en el entorno del centro cívico Aldabe. Esa confluencia de las calles Cubo, Barrancal, Santo Domingo y Zapatería hacia Portal de Arriaga ha aparecido en demasiados titulares escabrosos a lo largo de las últimas semanas, pero este salto a la primera plana informativa no supone novedad alguna con lo que viene siendo la historia de Aldabe desde hace muchísimos años. Que las intervenciones policiales, las peleas, los robos o el trapicheo con drogas se sucedan en esa zona no es cosa nueva. Ya evitábamos pasar por ahí cuando quien escribe vivía la noche vitoriana en profundidad –y de eso hace dos décadas– y cualquiera más veterano señala en la misma dirección. Un problema que no se ha atajado con el paso de los años y que quienes saben del paño califican ahora como peor que nunca. Y hay quienes, lógicamente, tienen miedo. Aldabe necesita una solución ya.